NO tendría nada de extraño que la política española de los próximos meses la decidieran los indumentos. En realidad, en épocas de crisis y revueltas, la ropa acaba cobrando una gran importancia identitaria. Sucedió en el motín de Esquilache, desatado por una ordenanza que pretendía acortar las capas y reducir el chambergo de ala ancha, muy apreciados por el pueblo llano. Sucedió en la Revolución Francesa, en manos en un primer momento de los sans culottes (“sin calzones” literalmente, y por extensión desarrapados y parias). Volvería a pasar en el Tercer Reich, con sus camisas pardas; en la Italia del Duce, con las camisas negras; en el franquismo, con las camisas azules. Con la irrupción de Podemos, España ha entrado en la era de las camisas blancas sin corbata (o con una de nudo flojo).
Y que estas van a jugar un papel importante lo tenemos en el hecho de que el líder de los podemos ya ha acusado al de los socialistas de estar copiándole las camisas, a lo que éste ha respondido que aquél le ha copiado el programa, al tiempo que otros recuerdan que el último en hacer política en mangas de camisa fue José Antonio, quien decía también “nosotros no somos de izquierdas ni de derechas, sino un movimiento social”. Las camisas del líder de Izquierda Unida, sin cuello y sin planchar, parecen proceder de unos extras de Novecento, de Bertolucci, y probablemente hayan sido las causantes de su fracaso: huelen a atrezo proletario y naftalina incluso por televisión. Las del Pp (y en parte Ciu) suelen ser de Ralph Lauren o de camisero, estas con las iniciales de su dueño en la tetilla, cuellos blancos y tela de color y puños dobles para botón o gemelo, en fin, cualquier cosa que las distinga de las sufridas camisas de empleados y oficinistas que se venden amontonadas en las rebajas. Bildu y la Cup son más de camisetas (sudadas).
El triunfo de los socialistas en 1982 vino precedido del triunfo de la pana, que desapareció de la escena política en muy poco tiempo, en cuanto alcanzaron el poder. En los años ochenta del siglo pasado se puso de moda una canción de letra bastante graciosa. Se diría que hablaba de todo esto: “Estoy preparando una expedición al Congo, busco entre lo que tengo para ver lo que me pongo”. Veremos los próximos meses elegir cuidadosamente sus camisas sobre todo a aquellos que quieren ocultar que ya están cambiando de chaqueta.
[Publicado en el Magazine de La Vanguardia el 28 de diciembre de 2014]