7 novembre 2012

¿Cómo pudo ocurrir?

ACABA de publicarse La guerra civil. ¿Cómo pudo ocurrir?, de Julián Marías, (Ed. Fórcola) un breve ensayo de 1980 que apareció parcialmente en 1985 y que sólo ahora ve la luz como librito exento. Es, por tanto, algo que se escribió casi cincuenta años después de la guerra, en la que Marías era un soldado de veintidós años al servicio de la República en labores de traductor, periodista y escritor en ciernes.
Las cosas que dice en él no son, no podrían ser, las que Marías pensara o dijera en 1936, aunque ya entonces, según nos confiesa, las pensaba clara, netamente. En cualquier caso no son las que dijo ni las que hubiera podido decir entonces, pues, como él mismo recuerda, por mucho menos lo habrían eliminado. 
Nos habla en su escrito de la imposibilidad de esa tercera España, la suya propia, que sucumbió a "la frivolidad" de las dos minorías revolucionarias empeñadas en liquidarla. Y aunque dude uno de la exactitud de su diagnóstico ("La guerra fue consecuencia de una ingente frivolidad. Ésta me parece la palabra decisiva. Los políticos españoles, apenas sin excepción, la mayor parte de las figuras representativas de la Iglesia, un número crecidísimo de los que se consideraban «intelectuales» (y desde luego de los periodistas), la mayor parte de los económicamente poderosos (banqueros, empresarios y grandes empresarios), los dirigentes de sindicatos se dedicaron a jugar con las materias más graves, sin el menor sentido de la responsabilidad, sin imaginar las consecuencias de lo que hacían, decían u omitían"), aunque dude uno de ese diagnóstico que desaprobarían por frívolo la mayor parte de los protagonistas incursos en sus respectivas revoluciones, no podemos estar más de acuerdo cuando dice que "la inmensa mayoría de lo que se escribió en ambas zonas [durante la guerra] fue literalmente vergonzoso. Es alentador, pero infinitamente penoso, leer lo que escribieron muchos que tenían pretensiones de intelectuales, literatos, profesores, eclesiásticos, hombres de leyes. Hubo excepciones, sin duda, de decoro literario, nobleza, generosidad y valentía; pero no pasaron de excepciones".
Estando de acuerdo con él, habría estado bien que tratándose de excepciones Julián Marías las hubiese nombrado, aunque seguramente él no pudiera ser una de ellas, por edad y por las razones también aducidas en su escrito, habrían durado muy poco en cualquiera de los dos bandos. 
Y sí, tiene razón en que muchos "jugaron con las materias más graves", pero eso hay que entenderlo a la luz de la doctrina de su querido Ortega y Gasset, de quien los jóvenes aprendieron que el signo de los tiempos era el espíritu sportivo con el que había que hacer sobre todo la revolución, llevándose por delante a todo aquel que no estuviese de acuerdo con ella, fuese cual fuese esa revolución.
En fin, si dijimos, al hablar de Chaves Nogales y su decisivo prólogo en A sangre y fuego (1937), que uno de los méritos de este, no pequeño, fue la temprana fecha en que lo escribió, a diferencia de tantos que con el tiempo fueron corrigiendo o enmendando el tiro de sus observaciones, y no siempre de manera oportunista (pensemos en Ridruejo), bienvenido sea este librito de Julián Marías que viene a sumarse a aquellos que se escribieron y publicaron cincuenta años antes, el propio Chaves, Clara Campoamor, José Castillejo o Gaziel, quien dijo, él sí, en 1944, y a propósito de Ortega y Gasset y de cuantos intelectuales trataron de "nadar y guardar la ropa. Pronto supe que iban ubicándose silenciosamente y a hurtadillas en la facción que más les convenía (...) Ahora me parece que se ve con nitidez la absoluta necesidad de esa tercera España. Como nadie se ha preocupado seriamente por prepararla, los españoles de hoy siguen obsesionados con las otras dos, las causantes de la catástrofe".


Banderas. El Rastro, 14 de septiembre de 2012


14 commentaires:

  1. Interesante, como solía ser, Julián Marías, una persona decente y lúcida. E interesante también el contrapunto con que el sr. Trapiello maneja, a través de otras voces, diferentes acordes.
    A algunos intelectuales de aquella época que nos confundieron con sus contradicciones, tal vez habría que tratarlos con algo de benevolencia si aceptamos que la heroicidad que no alcanzaron es una virtud excepcional y que muchos de ellos hicieron prevalecer su afán de salvaguardar a sus familias sobre la integridad de su pensamiento.
    Qué hubieran hecho, de haber vivido entonces, quienes hoy juzgan con superioridad moral (y quienes analizamos la tragedia con la cómoda perspectiva histórica) es una especulación que, como todas,no pasará de ser un juego en el que también podría incluirse el grito sordo de esa tercera España que existió y solo fue una sombra de si misma,

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  2. Nada se hace sin un motivo y entre el miedo y la dignidad hay un gran espacio de vacío en el cual es complicado y, a veces, muy arriesgado moverse.

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  3. pero si el meollo del asunto era la hegeliana confrontación entre la Ilustración y la Barbarie, ¿no era un poco un lujo esa tercera España?
    saludos

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  4. Lo más que llegué a leer en vida de Julián Marías fueron algunos de sus artículos en la tercera del ABC –que recuerdo ojeaba únicamente por si venía su firma-, ni tan siquiera un libro, aunque siempre lo consideré una persona extraordinaria, por la sabiduría y la bondad que constantemente mostraba. Casualmente estos días, ahora que ya he leído un poco más de él –sólo un poco más, sin humanismos ni filosofías- estoy leyendo sus “Memorias”, y me parecen una maravilla, acorde a aquella opinión que cariñosamente guardo de él. Leyendo los años de la guerra civil y posteriores, me venía a la mente de manera inevitable Andrés Trapiello. Por todo lo que tiene que ver con lo de la tercera España, pero también por la limpia y clara prosa del texto (y el consabido y repetido aforismo de “Quien escribe como se habla…”).
    Desde hace mucho tiempo, y sabiendo que su nombre no aparece en “Las armas y las letras”, ya que no le corresponde por edad y tan sólo se le cita un par de veces por una misma cosa referida en dichas “Memorias” (que fue 1936 y no 1938 el año del exilio literario, creo recordar), siempre he querido saber qué opinión le merecía a Andrés, siendo éste otra de mis claras pasiones. No recuerdo haber leído nada suyo acerca de Marías, aunque por fecha tal vez merezca por parte de Andrés un pequeño hueco en “Los modernos de antaño” o ”La paz y la palabra”, en preparación –deseemos- en su serie “España sueño y verdad”.
    J. Blas

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  5. Qué fácil resulta juzgar a personas o hechos con la lejanía y perspectiva del tiempo. Necesitamos un periodo más o menos largo para desembarazarnos de las pasiones, que son justamente las que en última instancia guiaron las acciones. Por ello nos parecen frívolas.
    Las generaciones posteriores subimos por la escalera de los años hasta el sitial privilegiado desde el que emitimos un juicio frío y racional sobre el pasado. A diferencia de los juzgados disponemos de datos, recopilados en el tiempo, que poco a poco van conformando un paisaje general del bosque en el anduvieron perdidos los procesados.
    Sin embargo, cuando volvemos a nuestro presente nos vemos obligados a descender de del otero de nuestra imparcialidad para adentrarnos en la maraña del bosque de nuestro día a día. Difícil es no extraviarse entre la tupida vegetación de opiniones contrapuestas, de titulares de prensa, de voces y ecos que desde todos los rincones apelan nuestra atención y tocan nuestro sentimiento. Pocos logran hacerse una idea clara del bosque por el que andan y como el Dante la mayoría nos vemos atrapados en la maraña de las pasiones donde extraviamos nuestros pasos.
    Leyendo las palabras de Julián Marías, entre las que acertadamente A.T. destaca la palabra frivolidad, me pregunto si también nosotros en nuestro presente no somos volvemos a ser iguales que nuestros abuelos o bisabuelos en temas como el actual conflicto territorial.

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  6. La frivolidad e irresponsabilidad de los que llevaron a España a la guerra civil viene a asimilarse a la actual irresponsabilidad y frivolidad con que el señor Mas está comportándose, con una actitud nacionalista y fragmentadora que puede desembocar en una nueva era de inestabilidad y fronterización, no sólo de España, sino del conjunto de Europa, devolviéndonos a todos los europeos al avispero bélico y cainita (invasiones napoleónicas, Trafalgar, guerra francoprusiana, dos guerras mundiales en el 14 y en el 39, etc) que era el Viejo Continente antes de la U. E.

    A lo tonto, a lo tonto, el nacionalismo secesionista de Artur Mas nos lleva al desastre continental.

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  7. La guerra civil dejo millones de personas con estrés post traumático , por eso se cometieron un exceso de locuras y se generó entre los que la sufrieron una carencia creativa notoria . Muchos artistas huyeron o se exiliaron antes de que empezara la contienda ( Clara , Juan Ramon y casi todos ) estos no sufrieron el martirio diario de la guerra y pusieron su culo a salvo dado que tenian medios para hacerlo , si se hubieran quedado no habrían sido lo que que fueron , que tampoco fue tanto . Me llegaron libros de Lain, Marías, Damaso y demás en el bachillerato franquista , no gustaban a nadie porque eran alienaciones aburridas y sin sentido ( el profesor de literatura decía que eran buenos y le desanimaba que no nos gustasen ) .
    España se vio abocada a la guerra por un pacto surrealista tácito que de alguna manera se dio entre el nacional socialismo y fascismo por un lado y el estalinismo por otro , ya que les convenía ensayar antes de una 2 guerra mundial que estos líderes sabían se iba a dar , alemanes , italianos y rusos fueron los autores de los actos más ignominiosos de nuestra guerra . Al día de hoy nos utilizan como banco de pruebas para la crisis , pero hoy ningún hombre tiene la manija del destino . Sin guerra civil nos hubiésemos visto abocados a la 2 mundial y no habría bajado el número de muertos , el mal no tiene fronteras
    Chao

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  8. He leído con cierto hartazgo los dos Manifiestos firmados por "intelectuales-profesionales" y publicados uno en El País,y otro en El Mundo, en relación con Cataluña.... Me alegró sobremanera no hallarle a Vd. entre los firmantes de ninguno de ellos. Un saludo

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  9. No habrá mirado bien. Estaba en uno, pero, créame, tampoco me habría importado estar en el otro. No se lo tome a mal. Un saludo.

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    1. Doy fe de que vi su nombre en el manifiesto de El Psis, junto a, paradójicamente, algunos arquitectos que de nada me sonaron.
      El texto, con todo lo dificultosa que debió ser su redacción, lo suscribo casi en su totalidad y me pareció muy oportuno.

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  10. Le pido disculpas, si , efectivamente ha firmado uno...y no me lo tomo a mal, todo lo contrario; al leer su artículo uní las tres Españas del 36 con las tres de 2012, y situe en la tercera España a los "no firmantes" de alguno de los manifiestos citados... lo siento. Saludos desde El Bierzo

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  11. Uno no sabe en cual de las Españas citadas se encuentra, me gustaría una que no tenga que estar planteándose, permanentemente, su ser , pero me temo que esto ahora sea una quimera. Sin embargo, no acabo de ver el federalismo como solución porque este parece un sistema de organización más apropiado para territorios separados que se quieren unir pero en pié de igualdad y segundo, porque los que se quieren marchar no tienen interés en formar parte de un Estado federal sino lisa y llanamente lo que quieren es un Estado propio.
    Por otra parte, es evidente que el estado autonómico ha fracasado- y se evidencia ahora con la caída brutal de los ingresos fiscales que generaba el ladrillo y la gestión temeraria de las cajas de ahorro - y ha permitido que florezca la corrupción y el nepotismo.
    Javier

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  12. Quiero rectificar un grave gazapo , " no llegaron a tanto " en relación a que pocos llegaron a ser reconocidos . Pero tanto Juan Ramón como Clara llegaron a lo más alto y forman parte de la historia buena de España .
    Saludos

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  13. Compruebo con satisfacción el interés y admiración que sigue suscitando la obra y el pensamiento, siempre lúcido, de D. Julián Marías. Me llena de orgullo ser uno de sus editores. Y te agradezco, querido Andrés, tu comentario generoso. Javier Fórcola

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