LA elección de un Comisionado de la Memoria
Histórica en el Ayuntamiento de Madrid ha despertado cierta expectación. Es
natural: somos en parte lo que recordamos. Tenemos este ejemplo reciente. En la
localidad catalana de Tortosa, a propuesta del alcalde y para mantener o
derribar cierto monumento franquista, se convocó un referéndum al que se
opusieron muchos de los del “derecho a decidir” (o sea, a destruir sin
consultar a todos). El resultado (68% de vecinos en contra de que se desguace)
llevó al alcalde, partidario no sólo del referéndum sino de conservar el muy
visible armatoste erigido en aquellos célebres “25 años de paz”, a decir:
“Pedimos que no se nos trate como fascistas ni franquistas porque no lo somos”.
Tiene derecho a pedirlo, incluso tienen derecho a serlo, si él y sus vecinos respetan las leyes
democráticas, asunto que excede el propósito de este artículo.
El Comisionado de la Memoria Histórica de Madrid, presidido por la
abogada Sauquillo a petición de la alcaldesa Carmena, lo formamos seis
personas, un secretario y un coordinador. Apenas se conoció el nombre de
quienes lo integrábamos, la concejala Mayer, a quien la alcaldesa había
relevado de esa comisión para dársela a Sauquillo, nos recusó a todos por
“sospechosos”. A cada cual por lo suyo: al cura Urías, por cura; a Álvarez
Junco por distinguir entre Historia,
Memoria y Ley y a mí “por ser alguien cuyo cuestionamiento al movimiento
memorialista es explícito”. Supongo que le habrá asesorado su “equipo histórico habitual”. Que
se llame cerril a un maragato, no es un ataque a la ciudad de Astorga, y jamás
ha escrito uno una sola línea contra “el movimiento memorialista” (¿o
Movimiento?). Al revés, si estamos aquí para recordar a las víctimas (todas),
cómo no va a haber un cura (excelente, por cierto) en ese comisionado: diez mil
curas, monjas y frailes y muchos miles más de seglares asesinados durante la
guerra sólo por su condición religiosa convierten acaso a la Iglesia Católica en la Asociación de la Memoria
Histórica más nutrida. Y que la actuación de la Iglesia durante el
franquismo fuera aterradora a menudo no
es sino el ejemplo penoso de lo que sucedió en aquella guerra (y posguerra) en
que las víctimas pudieron convertirse en victimarios tantas veces, y viceversa.
[Publicado en el Magazine de La Vanguardia el 26 de junio de 2016]
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Mucha gente lo que más quiere es olvidar ya de una vez.
RépondreSupprimerTodos tenemos recuerdos de momentos u ocasiones en que sacamos lo peor de nosotros mismos. Actos de los que no nos sentimos, precisamente, orgullosos. Pues bien, en aquellos años los españoles sacaron lo peor de sí mismos: las mayores bajezas y cretineces, los odios máximos, la crueldad sin mesura...
Espontáneamente, después de la guerra, la gente quería olvidar. Yo recuerdo hablar con mis abuelos-as, preguntarles por curiosidad, y contestarme ellos con evasivas. Y no por miedo, pues esto era después de 1977. Era porque sentían vergüenza de sí mismos y deseaban, por encima de todo, olvidar (o al menos "desmemorizar").
A quien no lo entienda le recomiendo leer "Celia en la revolución", de Elena Fortún (ed. Renacimiento): los recuerdos de una muchacha de 15 años sobre lo vivido en aquellos años y en las dos Españas (a cuál más asquerosa).
La guerra civil sucedió en el infierno pero, por alguna razón, sus personajes y escenarios tenían nombres españoles.
Me viene a la cabeza esa contundente frase de Nelson Mandela: "Si el presente juzga al pasado, perderá el futuro".
¿Y cómo olvidar con monumentos, no precisamente discretos, o céntricas calles dedicados a los muñidores de aquella guerra civil? ¿Qué hay de malo, para que despierte tanto rechazo en algunos, en que algunos otros puedan recuperar de las cunetas los restos de sus parientes asesinados? El olvido, como la memoria, referidos a la guerra, terminan siendo conceptos igualmente resbaladizos.
SupprimerNo se puede forzar a la gente a olvidar, como no se le puede forzar a recordar. Cada uno puede elegir la actitud que considere más digna, más beneficiosa o que más le convenga. Lo que sí que no sería conveniente es confundir recordar con glorificar u olvidar con silenciar.
Todo cambio potente necesita de 2/3 para realizarse, para que no pase lo de Gran Bretaña, que pronto sera Pequeña Inglaterra. Claro que aquí no somos tan tontos, salvo esos que van de listos, que son ( no todos) los que critican su nombramiento en la comisión ( según leí en el País).
RépondreSupprimerLlamar a alguién que vive de su firma: fascista o franquista, es un delito infame ya que no sólo insulta sino perjudica la actividad económica de la victimas.
Tengo a los de Podemos como escritores muy malos, sin recursos y llenos de tópicos, son predicadores de pacotilla y suelen caer en el insulto cuando no les das la razón ( ya sabeís el refrán).
Para mi es bueno que un escritor esté en la comisión, tiene que haber alguien con un nivel alto del idioma.
Por otro lado parece que estuvo a punto le concedieran el Princesa, escuche a LA de Cuenca decir que estuvo muy igualado, y que el americano que ganó no era su favorito ( aunque no quiso decir a quien apoyaba). Lo mismo por ser de la Comisión no se lo dieron, me creo cualquier cosa.
Una cosa es Podemos y otra la señora Carmena ( una suerte para Madrid).
Derribar monumentos lo veo como terrorismo ( será por lo del ISIS), otra cosa es seguir recuperando victimas y variar lo que resulte escandaloso, ya que los españoles no somos fascistas.
El quiera independencia 2/3, creo que esa debe ser la primera ley que se consensue con el presidente Rajoy.
La verdad es que vote a Cs, pero estoy contento del resultado, ya que presumo de ser español.
Espero que nadie se atragante si hoy ganamos a Italia, aunque la gran heroicidad a sido batir a Samoa en rugby 7 y conseguir el pasaporte olimpico.
Interesantes las ucronías de imaginar qué hubiera ocurrido en la posguerra con los malos si la victoria la hubieran administrado los buenos. Me resisto a aceptar una inclemencia menor que la franquista, si recuerdo que desde la sublevación del 18 de julio hasta mediados de octubre se apioló a más de ocho mil conciudadanos por el grave pecado de ser católicos o parientes de militares o cedistas. Quizá la crueldad humana se exacerbe en una guerra civil y haya que pedirle al cerebro un esfuerzo desconocido para permitir al paso del tiempo el epílogo silencioso.
RépondreSupprimerGracias a la pasión cervantina del prócer español Eulalio Ferrer, la ciudad de Guanajuato es la capital mundial del cervantismo. Lei que Jorge Volpi eligió su versión del Quijote para una lectura dramatizada en el FIC, enhorabuena.
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