LE entró su desnudez con el mayor sigilo por la yema de los dedos, y después le siguió el alma.
* * *
EL día que vio por vez primera el mar fue el mismo en que tragó un poco de agua salada. La sorpresa de aquel sabor desconocido le desconcertó al principio, pero al momento el niño-adán le dio su nombre para siempre: felicidad, isla del tesoro.
Henri Martin, L'eté, Capitolio de Toulouse, 29 de noviembre de 2011 |
Leí en alguna parte que el ojo es la evolución del sentido del tacto. Que el tocar es anterior al mirar. O mejor, que mirar es tocar a distancia. En cierto modo, es como si fueran el mismo sentido.
RépondreSupprimerCuando la mayoría de humanos trabajaba la tierra, el planeta era un tesoro . Con la robotización nos vamos alejando de la felicidad y caminamos hacia la desesperanza, ¿ Para que sirven cumbres como Durban ?, todos queremos tener coche y electricidad . Saludos de Manuel E
RépondreSupprimerEse 29 de diciembre en que está fechada la captura del cuadro de Henri Martin, ¿será real? El primer fogonazo me parece impresionante.
RépondreSupprimerEra noviembre, aunque con estas cosas nunca se sabe. Gracias. A.T.
RépondreSupprimer