6 juin 2016

De boleros y otras obras

Los derechos de autor del célebre Bolero de Ravel han llegado a su fin hace unas semanas. Si el Bolero fuera la obra de un desconocido esta noticia no habría despertado ningún interés. Pero el diario Libération calcula que Ravel, primero, y luego sus herederos habrían percibido desde su estreno, en 1928, unos quinientos millones de euros en concepto de regalías, cantidad fabulosa que reverbera en el horizonte como los espejismos. 

 Cada año, ley inexorable del tiempo, unos cuantos escritores y músicos, en realidad sus herederos, ven cómo sus derechos de autor pasan al dominio público. En España, sin ir más lejos, ocurrirá este mismo año con  Unamuno y García Lorca, lo que, en el caso de este último, ayudará poco a resolver las irregularidades financieras por las que atraviesa la Fundación que lleva su nombre. 

Los escritores, artistas y músicos que hablan abiertamente de dinero en relación a sus obras, excepto si forman parte del mundo del espectáculo (nuestra sociedad tiende a creer que no hay cultura sin espectáculo), no suelen gozar de buena fama, y se les tiene por peseteros si denuncian lo absurdas que son las leyes que despojan a sus herederos de los derechos de autor. “Yo renunciaré a ellos  cuando se obligue al duque de Alba a renunciar a los suyos sobre sus colecciones de arte y sus palacios, o a usted, al pisito que dejará en herencia a sus parientes; el pisito que dejaré a mis nietos son mis derechos de autor”, han repetido los creadores. Pero se supone que los beneficios de un poema o una novela son inmateriales, y en tal caso, ¿cómo tasarlos con dinero? (Esto, no obstante, se conoce que rige para los poetas, pero no para los curas: los de mi pueblo, León, han empezado a cobrar por entrar en la catedral; o sea, que una catedral puede tener derechos de obra, pero una obra no puede tener derechos de autor). Los defensores de la exoneración de derechos de autor dicen: la Humanidad se beneficiará con ello. ¿De verdad? ¿Las entradas para oír el Bolero serán más baratas a partir de hoy? ¿Valdrán menos los libros de Lorca y Unamuno? Por supuesto que no. ¿Quién se quedará entonces con el dinero que antes iba a los herederos? Respondiendo  esta pregunta acaso pudiéramos hacer al fin una ley justa de propiedad intelectual.

   [Publicado en el Magazine de La Vanguardia el 5 de junio de 2016]

17 commentaires:

  1. El cuestionamiento que amenaza a los derechos de autor no es de tipo teórico-dogmático, sino fáctico. En tanto los derechos de autor no cuenten con los recursos necesarios para hacerse valer frente a las agresiones (esto es: mecanismos ejecutivos para cerrar con carácter instantáneo las web en que se vulneran y castigar a sus responsables), ya puede ud., estimado sr. Trapiello, y sus compañeros de gremio, romper mil lanzas discursivas y teóricas sobre la conveniencia y ecuanimidad de su existencia. Serán papel mojado.

    Uno no puede evitar pensar que hay un algo de justicia poética en este estado de las cosas. No lo digo por ud. pero sí por esos otros artistas y escritores que se han enrolado durante décadas en una militancia cultural contra el capital, la acumulación y la malvada propiedad de los medios de producción. Los derechos de propiedad intelectual qué son, sino un capital cuyas rentas disfruta quien lo acumuló. Que esto se logre editando un Quijote 2.0, operando con derivados o recogiendo berzas, importa poco para lo que nos ocupa: es fruto del esfuerzo e ingenio de alguien (ya sea uno mismo o su antecesor), y debe seguir el destino que disponga quien lo mereció con ese esfuerzo, y servir a los fines de éste (en lo esencial, y descontados los tributos que sean legítimos y no expropiatorios). Esto es tan de Derecho natural como la vida y la libertad, aunque no siempre estuviera reconocido (igual que no siempre lo están éstas).

    Saludos,
    Un lector fiel.

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    1. I agree, los artistas son los reyes de la inconsistencia!

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  2. Se supone que es una forma de que los creadores devuelvan a la sociedad lo que ésta les dio para su creación: su formación, su idioma, la propia vida social como fuente de inspiración...

    Cabe cuestionar si el tiempo que la Ley otorga tras la muerte del autor es razonable o escaso. Pero algún tiempo máximo habrá que establecer. ¿Sería lógico que siguieran percibiendo derechos de autor actualmente los tatara-tatara-tatara-nietos de Cervantes o de Shakespeare?

    De todos modos, se impone una revisión en bloque de la normativa sobre propiedad intelectual, ya que la transmisión por Internet y los formatos digitales desafían cualquier previsión legal en la materia.

    Aquí hay un reto de muy difícil solución, pero alguna habrá que encontrar si no queremos que toda la creación cultural en literatura, música, cine, etc se vaya al traste o, en su defecto, al garete.

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    1. Lo asombroso es que la "conversión" de la obra artística en una piedra más del "Patrimonio de la Humanidad" solo sirve para que editores, marchantes y mercaderes varios dejen de pagar lo que venían pagando, sin que eso suponga para los compradores que paguen menos de lo que venían pagando. ¿O es que a partir de ahora las obras de Unamuno se van a poder comprar más baratas?

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    2. Disculpe señor Zumo, o señora Zumo, yo creo que "la sociedad", por usar su vocabulario, nutre, cría y forma a todos sus hijos: sastres, astronautas, banderilleros, lampistas, trapecistas de circo, ingenieros espaciales, abogados, policías, labradores y soldadores de soplete. Incluso cría y forma a aquellas "putas tristes" de García Márquez.
      ¿De donde saca usted que de toda esa variada tropa sólo los escritores, o los artistas, estén obligados a restituir a la sociedad aquello que la sociedad les dio? ¿No le parece a usted como arbitrario? A mi el mecánico no me regala la reparación de la correa del alternador, el tío. Se ve que no quiere restituir a la sociedad.

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    3. Anónimo, esa es la clave. En el primer comentario explica el interés de algunos para lucrarse aún más.
      En el segundo comentario explica muy bien el pensamiento erróneo de la mayoría de la gente.

      Alguien ha mencionado, también, la supuesta incoherencia entre lo que manifiesta el autor y sus actos. Eso no es asunto nuestro, señores...

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  3. El caso es que el Tribunal Supremo de EEUU ha dado la razon a Google para que deje leer extractos de cualquier libro, pero G. tambien lleva al usuario a una libreria digital donde poder comprar el libro, hay una contrapartida un tanto dudosa pero legal.Al ser Internet casi un Derecho Humano es logico se legisle a su favor.
    Por otro lado La SGAE ha minado los derechos de autor con hechos espurios.
    La ley española de derechos de autor se aprobo en 1985, y fue impulsada por el escritor y senador socialista Carlos Barral, esta claro que derogar derechos que se adquirieron con razon es negativo, pero tampoco sorprende




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  4. Manuel Lombelle7 juin 2016 à 01:32

    Los derechos de autor sirven para que los artistas no sufran una estafa, si un escritor como AT publica en EEUU antes de nada tiene que solicitar los derechos de autor en la biblioteca del congreso, él o sus herederos, depositando a su vez la obra que quiere publicar, estos trámites se hacen on line y no necesitan de abogado, el pago de la solicitud es por tarjeta. toda creación que tenga un soporte opta a derechos de autor (tambien creadores de video juego y apps). Lo que pueda decir alguien en un discurso u opinando en Internet no creo tenga derechos de autor, ya que un discurso politico o una opinión en internet no busca emolumento alguno.
    Sin derechos de autor el plagio sería un mal generalizado, y una grave amenaza a la industria audiovisual y de contenidos. los escritores son los más desamparados pero están en el mismo barco.
    Lo del marchante es otra historia, un pintor al vender una obra vendía el derecho de autor, al poco veía su obra subastada con una plus valía del 100000 por cien y se convertía en un artista estafado, para arreglarlo el autor empezó a recaudar de un 2 a un 5 por ciento del valor de las sucesivas subastas, hubo genios que murieron pobres mientras los Museos más importantes acudían a las subastas de sus obras.Estos sucesos propiciaron la creación de los derechos al son de las patentes
    Cuando Hitler subastó las obras incautadas a los pintores malditos y de lo expoliado a los judios, todos los directores de museos conocidos compraron bajo manga a precio de derribos, lo mejor no llegó a subastarse, fue el mayor ataque a los derechos de autor de la historía

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  5. Estimado señor Trapiello:
    No soy dado a efusiones públicas ni sé si éste es el lugar adecuado, pero siento que tenía que decirlo. Acabo de leer "Seré duda" y he pasado una angustia durante el TAC de M. y el viaje a Bucarest hasta que pudo usted hablar con ella, como si tratase de un familiar mío. No entiendo que aún dude usted alguna vez de si ha logrado transmitir Verdad en ese SPP... Extraordinario desde los prólogos hasta la certeza final. Como siempre, como nunca.

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  6. Se presenta con un aire de apabullante sentido común que los descendientes de Cervantes no puedan heredar los derechos de propiedad (intelectual) de su insigne antepasado. Pero no se cuestiona en absoluto que la fábrica de papá se herede y ruede indefinidamente de generación en generación, ni que las fanegas de olivar del abuelo pasen sin obstáculos a descendientes recónditos. Indudablemente, los creadores de ideología han hecho un buen trabajo, un trabajo concienzudo. Tan es así, que incluso se pretende dignificar el expolio intelectual presentándolo como "derecho de la sociedad a la cultura", y otras excelsas elevaciones. Por lo visto, la sociedad no tiene derecho más que a la cultura. Oigan, ¿y por qué no al disfrute de los campos, de los latifundios, o de las viviendas de lujo, incluso desocupadas? Hay bastante indignación contra los okupas, mientras los okupas intelectuales campan a sus anchas.

    Y es que todas las leyes sobre propiedad han sido trazadas por los leguleyos de las clases hegemónicas, con su superestructura de notarios, albaceas, registros, escrituras y demás. Desde la vieja aristocracia hasta los balzaquianos rentistas y burgueses, la propiedad, la propiedad de verdad y con fundamento, ha sido la de los "bienes raíces", el suelo, las casas, las industrias... ¿Derechos de propiedad intelectual? Por Dios, eso son veleidades de aquellos que están para divertir a los amos: cómicos, músicos, escritores, gente de la farándula.

    Así se cercena la propiedad más personal, más subjetiva y meritoria: la del talento, la imaginación y la creación, sea de natura, sea conquistada y trabajada. La propiedad que levanta la persona creadora con su sólo esfuerzo a lo largo de la vida, al contrario que otras propiedades, inconcebibles sin el trabajo asalariado de otros.

    Incluso descubre uno con asombro que los escritores se merecen el expolio: ya que algunos mostraron peligrosas tendencias políticas colectivistas, está bien que se pague a TODOS con la moneda del colectivismo: sin derechos de propiedad. ¿Justicia poética? Injusticia patética.

    Horacio Céspedes

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  7. Si las librerías imprimieran libros a demanda (incluso en el acto, incluso libros raros o antiguos o descatalogados), casi nadie "piratearía" libros. Leer en pantalla es molesto
    , e imprimir textos largos con impresora doméstica sale más caro que comprar el libro. Pero es que aquí nadie se adapta y los sectores editorial y librero quieren seguir como hace 30 años.

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  8. Lo de la adaptación a las nuevas realidades me resulta lógico, y necesario. Pero si el defraudar al autor en sus legítimos derechos a lo que ha creado es, como me parece obvio que es, una injusticia y un robo, ver que quien roba o se beneficia del robo trate de justificarse diciendo que el problema no es de él, sino del autor, que "no se adapta", ¿no parece un tanto cínico? ¿O sólo me lo parece a mí?

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    1. “Las cosas valen lo que uno está dispuesto a pagar por ellas.”
      ― Publilio Siro

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    2. Interesante razonamiento, del que se sigue, supongo, que es del todo injusto condenar a un ladrón, ya que no hace más que seguir esa máxima: pagar por aquello de lo que se apropia lo que efectivamente estaba dispuesto a pagar, o sea nada.

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  9. La imagen descolorida y algún tanto romántica del escritor maldito, marginado y rebelde todavía circula y se cultiva. Si de desengaños, fracasos e incomprensiones extrae su fuerza creadora, ¿qué mucho que cobrar y llevar una vida desahogada parezca aún indeseable extravagancia? Faulkner repartiendo el correo, o pintando techos y paredes por encargo bajo el sol cruel de Missisipi, explotado por editores y esposas antojadizas (con su fisonomía de hermano gemelo transoceánico de Vittorio de Sica, a quien solo llevaba unos pocos años) tiene mucho gancho novelesco. Como lo tiene Cervantes metido en oscuras pendencias hamponas, o Baudelaire drogado y rehuído, o Lope de Vega, cura veinte veces renegado y arrepentido, sumiso e indefenso bajo la pasión de las mujeres.

    Con sueldo, familia y vida regular ¿no perderán el impulso creador? Quita, quita.

    (Y ojo con lo que cobran, cuando cobran, que no pasa de ese 8-10% bochornoso; el papel y las tintas importan mucho más, y las paga el editor con el 90% restante. Sí que es caro, sí, el soporte material, no lo negarán ustedes).

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  10. La lealtad vale mucho y al mismo tiempo no cuesta nada practicarla.

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  11. ¡Felicidades por tu cumpleaños, y por la niña y muchos éxitos más!
    ¡Gracias por tan bella dedicatoria en la Feria del Libro!
    Un saludo,

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