Nápoles es una ciudad bellísima. La afean, no obstante, su gran afición a las basuras y el amor que se tiene en ella a los atracos callejeros. De la basura es absurdo protestar, porque es cosa de la Mafia, y de los atracos, si se es de España, mejor no preguntar. Unos amigos, víctimas de uno de tantos, preguntaron al recepcionista si era normal que les acabaran de asaltar en la puerta de su hotel: “¡Herencia de los españoles!”, les respondió con la mayor acritud. Se refería, claro, a la soldadesca de los tercios asentados cuatro siglos atrás frente al Vesubio.
No sabe uno si cuando se publiquen estas líneas estarán o no ya expuestas en el Born , a propuesta del Ayuntamiento de Barcelona, las estatuas de Franco que en su día estuvieron en plazas y edificios públicos. La iniciativa, enmarcada en lo que ha dado en llamarse memoria histórica, tuvo el apoyo del equipo de gobierno de Barcelona en Común y de los socialistas, la negativa de Convergencia y Unión e Izquierda Republicana de Cataluña, y la abstención de Ciudadanos, del Partido Popular y de la Candidatura de Unidad Popular. Escuchar las razones de unos y otros, a veces enconadas, ha sido, desde mi punto de vista, interesante e instructivo. Muchos verán esos bronces, qué duda cabe, como la “herencia de los españoles”, aunque exponerlos tenga algo a estas alturas de “lanzada a moro muerto”.
A más de uno le resultará extraño, sin embargo, que sólo se expongan las esculturas de Franco y ninguna de los catalanes que lo llevaron victorioso hasta la Diagonal en 1939 y administraron durante cuarenta años el franquismo, alcaldes, gobernadores civiles, obispos, industriales, banqueros, menestrales... La cuestión no es baladí: ¿Aquellos que lo apoyaron eran más españoles que catalanes o al revés? Por esa razón no hemos de descartar que el equipo municipal, en su noble y memorioso afán, y aprovechando que una de las estatuas ecuestres de Franco está decapitada, decida colocar donde estuvo su cabeza, de forma sucesiva, la de quienes, como Cambó y tantos próceres, hicieron de Barcelona, para bien o para mal, lo que es hoy. Esta ciudad se entendería peor sin ellos. No querría uno que se tomara esto como una frivolidad, menos aún como una falta de respeto (¿a quién?). Es sólo una lectura de la letra pequeña de la Historia.
Publicado en el Magazine de La Vanguardia el 23 de octubre de 2016]
El Sarao de la Chacona
RépondreSupprimerhttps://www.youtube.com/watch?v=qPhqUx7ztLE
Todo sigue igual ;-)
Dicen que Puig De Mont y Jorqueras son los jinetes que van en busca de la quimera, pero esto no es posible en una montura de bronce.Para emular a Belafonte necesitan un caballo blanco, blanco y alado.
RépondreSupprimerHoy es posible crear un Pegasus, solo necesitamos la impresora 3D más moderna y los mejores poliméreos.
En lo que se hace un caballo de bronce con la cabeza del gualtrapa de turno, podemos imprimir 100 caballos con jinete que parezcan de mármol de Carrara, y llenar la ciudad de falsos iconos a los que adorar.
Lo que digo parece absurdo, pero lo más triste es que roza la verdad
Si quieres grano Aitor
RépondreSupprimeryo te dejo el tractor
Si quieres Pablo trabajar
yo te digo donde arar
Si Rivera me quiere camelar
que busque la aguja en el pajar
Si quieres Puig De Mont la independencia
no me agotas la paciencia.
Si Monedero no tiene un duro
que se lo pida a maduro.
si Sanchez quiere ser presidente
que se ponga un pendiente.
Este rap esta dedicado a Mariano Rajoy, el titan de Pontevedra.
Mariano asombra, que suerte que siga guiando el rebaño
Y a esas tontadas dedican las energías y el tiempo que debían emplear en resolver los problemas de la gente. Todo empezó con Maragall y su pérfido tripartito con el independentismo, en lugar de ocuparse (como era su deber) de los problemas sociales. Izquierda y nacionalismo son palabras antónimas y autoexcluyentes.
RépondreSupprimerTeniendo en cuenta que para cuando el pobre Maragall llegó al Palau el molt honorable Pujol se había pasado casi 25 años gobernando, y según propia confesión, desde el minuto uno había dejado de declarar al fisco la "herencia" recibida de su padre Florenci, tener que leer que todo empezó con el "pérfido" (ya será menos) tripartito de Maragall, mueve un poco a risa.
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