La Era que ahora se inicia tal vez acabe resumida en sólo dos palabras, improvisadas por una desconocida consejera del presidente de los Estados Unidos. Cien sesudos profesores de teoría política, cien maquiavelos, cien genios no habrían dado con ellas así se les hubiese encerrado en una espelunca a pan y agua. Esa gloria sólo le estaba reservada a Kellianne Conway. En el transcurso de una enconada conversación televisiva con un periodista, que acusaba al secretario de prensa de Trump de haber mentido sobre el número de asistentes al juramento del Presidente, la señora Conway acabó perdiendo los estribos: “Si nos vamos a referir en esos términos a nuestro secretario de prensa, creo que vamos a tener que replantear nuestra posición en este programa (...) Él lo que hizo fue presentar hechos alternativos. No hay manera de contar exactamente las personas de una multitud”. El descubrimiento de tal concepto es de la misma naturaleza que el del famoso huevo de Colón, con la importante diferencia de que este, además, descubrió América.
No hay un solo populismo, y derivados tóxicos, que no esté fundado en hechos alternativos, que es como decir en el desprecio de los hechos o el ascenso de la ficción a categoría dorsiana.
Hasta hoy los hechos alternativos eran exclusivos de la literatura. El “final feliz” de una novela es un hecho alternativo, porque todo el mundo sabe que las cosas de esta vida no sólo carecen de sentido, sino que además suelen acabar mal. Y cuando acaban bien, la gente prudente baja la voz, por temor a despertar la envidia de los dioses, y dice: “No acabo de creérmelo”. Tal es el secreto del éxito de las novelas. Pero se equivocan quienes piensen que el concepto de “hechos alternativos” fue mérito sólo de la señora Conway. Estaba en el ambiente. Cuando Tarantino hace una película sobre Hitler en la que se cuenta que este no se suicidó en su búnker, sino que murió a manos de un poeta de Hollywood (por aquello de la justicia poética) que le revienta los sesos con un bate de béisbol, está presentado hechos alternativos, y abriendo el camino más terrorífico de todos, el de no saber qué es real y qué es ficción. De ahí a que esta sociedad se vista de supermán y se lance por el balcón, sólo hay un paso. Lo estamos dando.
[Publicado en el Magazine de La Vanguardia el 12 de marzo de 2017]
En la era digital en que todo puede afirmarse y negarse sin tener que asumir responsabilidades ni dar cuenta de lo que se dice, tal vez la función de los periódicos en papel (o al menos de algunos) sea convertirse en depósitos de la fiabilidad. En la red nada es seguro que sea verdad o mentira. En algunos medios en papel, todavía hay confianza en que sí es verdad lo que cuentan. El reto de éstos es no caer en el mimetismo de algunos medios virtuales. Que pueda decirse: lo que no está en ...este medio en papel... no me lo creo. Sólo cuenta lo que ...este periódico... cuenta.
RépondreSupprimerSomos un derivado tóxico, no somos fruto de una evolución, sino de una mutación. Todo empezó cuando un meteorito con uranio y/o plutonio cayó en zona habitada por simios en la selva africana, estamos perdiendo la inteligencia y algún ser vivo hoy verá el fin de la especie, habrá más mutaciones que hará de nosotros unos especímenes monstruosos. Alea jacta es.
RépondreSupprimerQuizá la ucronía sea uno de los hechos alternativos más interesantes para sacarle la punta al lápiz. Y más alternativo es el hecho si es cierto lo que dos profesores universitarios han investigado acerca del pucherazo del FP en las elecciones del treinta y seis. La cosa da para ucronías y mojitos alternativos.
RépondreSupprimerEl primero que hablo de Superman fue Nietzsche, aunque no se en que contexto, supongo que para nada bueno, claro que los creadores Siegel y Shuster eran dos judíos muy avispados.
RépondreSupprimerLa ciencia ficción se ha convertido en ciencia y punto, hace días leía un top ten de escritores del siglo XX y no estaban Kafka, Mann, Rulfo, Borges, era una risa y habían votado escritores de presumible prestigio. Si se hiciera una encuesta al populacho americano de los 5 mejores escritores de la historia, dirían Verne, Asimov, HG Wells, Bradbury y Carl Sagan, y en Europa fácil salieran estos. La porcentaje de gente que cree en exoplanetas habitables y/ o habitados es mayor que los que creen en Dios.
Por cierto creo que Trump desconoce la constitución y puede acabar en la cárcel, es demasiado ignorante y está muy loco.
Mistress Conway (psicológicamente tan alejada de la escrupulosa e introspectiva Mistress Dalloway) bien podría haber cursado en nuestro país su doctorado en Hechos Alternativos:
RépondreSupprimer* Para la crisis galopante que estaba a punto de desvalijarnos, el buenismo simplón de aquel ZP encontró su hecho alternativo, los brotes verdes.
* Para la desbandada de jóvenes científicos hacia Europa, en busca de recursos, apoyo estatal y sueldos dignos, la señora Báñez, una Conway local, descubrió, en creativo alarde, su hecho alternativo: movilidad geográfica (flexible comodín igualmente válido para los entierros).
* Para el sueldo infumable de un tesorero muy simpatizante de Suiza, Conway-Cospedal halló un hecho alternativo deslumbrante: finiquito diferido simulado. Eureka! (Cuando traduje al inglés -como pude- la proeza verbal para un finlandés amigo de la familia, me dijo: en mi país esa mujer no dura en la política ni media hora. Aquí, años).
* Y Rajoy, exiliado de la Veracidad y sorprendido, no dudó en descubrir su propio hecho alternativo: "Todo es mentira salvo algunas cosas", brillante tautología que hubiese subyugado a Gorgias, o sea, todo es mentira salvo lo que no lo es.
En estos gilismos de Gila y marxismos de Groucho naufraga la inhomologable democracia española, que es por sí misma un hecho alternativo: a la democracia a secas.
El bueno de Tarantino se baso en Superman, un Superman que en la viñeta de Siegel saca de sus madrigueras a Stanlin y Hitler, y Los coge por el pescuezo y emprende vuelo con los dos infames para presentarlos a la corte de los derechos humanos. A Hitler le sentó muy mal, ya que sus creadores eran judíos. Groucho fue el que más bonos patriotas vendió , pero Superman fue el principal banderín de enganche de sus miles de fans. Superman era la esperanza, en el idioma kryptonita, pero el héroe americano también llevaba bigotito, y pilotaba un bombardero, se llamaba Cark
RépondreSupprimerGable , que caprichos del destino murió en un accidente aéreo civil
Como ya he explicado alguna vez, sin mayor éxito, a KX, el que algo tenga defectos no significa que no exista, sino justamente lo contrario. Según su peculiar manera de razonar, no existen democracias en el mundo, empezando por la de los USA. Maximalismo, se llama esa figura. Todo-o-nadismo, podríamos llamarla también. Lo de los matices, evidentemente, no es lo suyo.
RépondreSupprimerCasa propia y vehículo propio suelen tomarse como signos de status. Pero ¿qué me dicen de tener anónimo propio? Ahí está, atento y diligente como un sheriff, esperando la aparición del humilde comentario para sacar su "colt", con munición mojada.
RépondreSupprimerSeguramente lo ve claro en su fuero interno, pero no consigue reconoder que, a partir de cierto número de "defectos", el objeto se despoja de su ontología. Un coche sin ventanillas ni parachoques todavía es un coche. Pero sin volante, sin ruedas o sin motor, ya no lo es.
Paciencia, no hay prisa. Como la UE, la comprensión también es "a dos velocidades".
No, mi vanidoso señor, no tiene usted "anónimo propio"; en este mismo blog, que leo desde hace años, hay docenas de comentarios míos que nada tienen que ver con sus exhibiciones de pensamiento-en-blanco-y-negro. Cierto, la comprensión es una cosa lenta, al menos para algunos.
SupprimerMe temo que esa es precisamente la objeción que su amigo Arcadi(o) Espada pone a sus (de usted) diarios.
RépondreSupprimerYo me temo que si hubiera sido usted Patricio tal vez le llamaran Impertinentia Summa
SupprimerAmigo Salvático, Clark Gable no murió en accidente aéreo, esa fue su primera esposa, Carole Lombard. El avión en que viajaba se estrelló en 1942 en las afueras de Las Vegas, Nevada. La excelente y bella actriz (inolvidable en Ser o no ser, por ejemplo) solo tenía 33 años y su pérdida nunca fue superada por Clark Gable. Había volado a un acto en Indiana en apoyo a los soldados americanos en la 2a Guerra Mundial. Se la consideró por ello la primera mujer norteamericana víctima de aquella guerra.
RépondreSupprimerClark Gable murió en 1960 de un ataque cardiaco, a los 59 años, justo a los pocos días de terminar el rodaje de Vidas Rebeldes (The Misfits), su última película, última también para Marylin Monroe.
Saludos, Silvio, y también al anfitrión, el señor Trapiello, con mis mejores deseos de que siga haciendo buenos libros.