ES uno de los libros más fascinantes de Unamuno. No trata de literatura. Es mejor que esto. La literatura es cosa de literatos y embaucadores. ¿Y de qué va entonces? Las novelas, las de verdad, se escriben, desde luego, pero no serán nada o serán sólo un jueguecito literario si antes no se hacen, se nos dice en él. ¿Y cómo se hacen? Viviendo de una manera consciente, atenta, en lucha: “Y [como] el que pone por escrito sus pensamientos, sus ensueños, sus sentimientos los va consumiendo, los va matando (...) y no son más nuestros que será un día bajo tierra nuestro esqueleto”, Unamuno se encarga de que el suyo sea lo menos libro posible. En este nos cuenta la novelesca peripecia de su destierro en Fuerteventura, su fuga, la soledad del exilio. Y es un poco todo: historia, poesía, diario, escolio, ensayo, panfleto... escrito de una manera tan trepidante y efusiva, que en él Unamuno hace de reportero del alma humana, de la suya y de la de nuestra.
Del mismo género es el que acaba uno de leer, Recordarán tu nombre, el último de Lorenzo Silva. Dice este que es una novela, y nosotros diríamos que, como el de Unamuno, es más que una novela, mejor que una novela: las vidas paralelas del general Goded, que se sublevó contra la República en Barcelona en 1936, y la de quien le plantó cara, defendiéndola, el general de la Guardia Civil José Aranguren. Los dos pasaron por las guerras de África, los dos tuvieron unas carreras militares brillantes y los dos, sic transit gloria mundi, fueron pasados por las armas, el primero por haber fracasado en el golpe del 36, y el segundo, en el 39, por haber perdido la guerra. Silva nos relata sus vidas trenzándolas a las de los dos abuelos del novelista, militar uno y policía el otro, y, como en el de Unamuno, no pude uno levantar la vista del libro, absorbido por una lejanía tan cercana. Algunas historias las conocemos, otras muchas no: mitos, miserias, mentiras. España sueño y verdad, escribió María Zambrano. Cuánta improvisación hubo en aquella mala novela, nos recuerda Silva. Y entonces nos estremece un vago temor: ¿no se parece un poco a veces esta nuestra chapucera novela a aquella? Sí, hay que hacerle caso a Platón, y expulsar de la República a los poetas... y no digamos a los políticos que hablan como ellos. Y ya veremos luego qué se hace con el paradójico y gran poeta Unamuno.
[Publicado en el Magazine de La Vanguardia el 11 de junio de 2017]
El "fondo", excelente, como de costumbre, La "forma", extraña (por decirlo de manera neutra)."ES uno de los libros más fascinantes de Unamuno. No trata de literatura. ES mejor que esto. La literatura ES cosa..."
RépondreSupprimerPero como al autor no le gustan las discusiones estilísticas, dejémoslo ahí.
Lea a Cervantes: puede repetir una palabra tres veces en tres líneas, y se ve que a usted el fondo, de este artículo o de cualquier asunto, le da lo mismo, contra lo que asegura. Qué sería de nosotros sin los pelmas.
SupprimerY la vida es injusta. Usted, que, no tengo la menor duda, escribe mejor que yo y probablemente que nadie, haciéndolo en mi blog, con pasamontañas, y no al revés. Porca miseria.
SupprimerNo entiendo su reacción. Hay escritores que agradecen que se les señalen las erratas, las frases poco claras o los despistes estilísticos en los textos que publican en sus blogs, para corregirlos antes de publicarlos más tarde en libros.
SupprimerLos hay incluso, como Goethe, que piden a sus editores que les corrijan las faltas y les pongan los puntos y las comas.
Hay grandes escritores muy poco seguros de su estilo que dan sus manuscritos a revisar a gente competente en la materia antes de enviarlos al editor. Yo mismo he hecho esa clase de trabajo y he sido corrector en varias editoriales.
El 99 % de los escritores agradecen las correcciones, lo cual es lógico, pues siempre verán más cuatro ojos que dos. A bastantes de ellos les gusta incluso discutir sobre el tema.
Lo que menos comprendo en su reacción es que piense que alguien que señala correcciones en un texto lo hace porque no lo aprecia. Para mí son dos cosas totalmente separadas. Hay textos geniales muy mal escritos (como ciertos pasajes del Quijote, en efecto, o muchos párrafos de los mejores libros de Ramón Gómez de la Serna) y textos perfectamente escritos (todos los de los lingüistas, por ejemplo) que son soporíferos, por no decir ilegibles.
Su reacción es, pues, injusta. Y se lo repito: me extraña mucho que usted cuestione el difícil trabajo de los correctores literarios, sin el cual muchos libros se publicarían con errores garrafales.
Al contrario, agradezco y estimo el trabajo de los correctores a secas (soy malísimo viendo erratas, sobre todo propias), incluso el de los llamados correctores de estilo (si son de confianza, quiero decir, si saben tras de lo que se andan (por ejemplo, aquí en esta frase hay una rima interna, y bendita sea); no aquellos que creen que la perfección es "escribir como se escribe", y no como se habla), pero señalar la repetición de tres ES en dos líneas no me parece ni lo uno ni lo otro, dicho por uno que toca la literatura de oído (le invito a que entre en youtube, pinche Unamuno, el armador aquel de casas rústicas, y oiga, de su propia voz, lo que Unamuno, al que siempre se tachó de duro de oído, dice precisamente del oído) Sólo eso. Y no quiero ni pensar lo que harían los correctores de estilo con el Quijote (o con el don Miguel) si tuvieran valor para hacer con ese libro lo que hacen con otros de una manera casi siempre arbitraria y ridícula. O sea, que le animo a que siga su labor de corrector, pero más aún a hablar del fondo de las cosas, que es el que importa, ya que las "aladas palabras" acaban siempre en un libro, o sea en "tragedia del alma".
SupprimerMe ha convencido, y voy a intentar dejarme fascinar por "Cómo se hace una novela". Pero los antecedentes son poco favorables. Leí hace décadas La tía Tula y algunas bilbainadas de Unamuno y no me dejaron buena impresión. Se le notaba (o a mí me parecía) torpón, trabado, como si no se moviese a gusto en la lengua cervantina. Y un beato, o místico a medias. Pero seguro que en este libro será diferente.
RépondreSupprimerEntre paréntesis, don Andrés, me parece algo injusta la respuesta desabrida que da al Curioso Parlante, un comentarista que ha expresado admiración hacia usted en otras ocasiones y que no le ahorra elogios en el artículo "El viejo Stradivarius". ¿Realmente cree usted que es un "pelma" por el hecho de que no encuentre redondas determinadas frases suyas? La oración impoluta (estilo Yourcenar) debe ser una meta, supongo, y bien que la busca usted en sus libros meditados y despaciosos. Que Cervantes cometiera algunos errores, o cayera en ciertas reiteraciones malsonantes no justifica imitarle en ellas. En lo que hacía bien, pues sí, naturalmente. (Declaro expresamente que esto no pasa de ser una opinión).
Muchas gracias, Salva Ludeña.
SupprimerTiene razón con lo del curioso parlante (y por qué no firmamos todos con el nombre), pero andar con esa clase de pijadas... Si lo que importa es el fondo, hablemos del fondo. Y no son errores o faltas, sino aquello que nos ayuda a encontrar lea naturalidad, como el desvío de la cornisa del Partenón sólo busca "parecer" que es recta. En fin, todos podemos apelmazarnos un día, y no pasa nada. Saludos.
RépondreSupprimerUn militar, capitán de sanidad y seguidor de las tesis de Besteiro, comparte protagonismo en una novela mía con un escritor oscuro que quiere ser la sombra de G. Brenan, personaje bastante infame, por cierto, si se pueden confirmar las investigaciones que describen su villanía en las Alpujarras.
RépondreSupprimerPero ninguna referencia a Unamuno ni la menor afinidad con L. Silva, aparentemente la versión masculina de la inquieta y mediática Espido Freire
Me temo que, efectivamente, quienes se dedican a señalar (cosa que está muy fea, ya se sabe) repeticiones que no afectan a la naturalidad del texto; al revés, que la buscan. Decía el JRJ de sus últimos años que uno de sus propósitos era corregir las palabras que había escrito en poemas suyos para evitar repeticiones, y volver a la repetición original, por más natural y menos rebuscada. No creo que, en esto como en casi todo, pueda generalizarse absolutamente (recuerdo a Machado: "Es el mejor de los buenos / quien sabe que en esta vida / todo es cuestión de medida: / un poco más, algo menos"), pero me parece un proyecto justificado y plausible.
RépondreSupprimerVeo ahora que en mi primera frase me he comido "meten la pata". Debiera ser, por tanto, "Me temo que, efectivamente, meten la pata quienes...".
RépondreSupprimerEntrar en el blog de un escritor reconocido para buscarle los tres pies al gato es, ni más ni menos, una impertinencia infantil que nos ofende a todos.
SupprimerPermítame decirle, señor Trapiello, que el 99 % de los escritores a los que se les dijera que hay no 3 sino 4 "es" en dos de sus líneas ("ES uno de los libros más fascinantes de Unamuno. No trata de literatura. ES mejor que ESto. La literatura ES cosa...") agradecerían mucho que se les señalara la repetición. El verdadero problema es hacerlo públicamente. Y yo soy el primero que si usted tuviera un correo electrónico para los comentarios que se le quisieran hacer en privado, le enviaría mis observaciones de esa manera, lo cual acabaría con las discusiones y las sospechas sobre las verdaderas intenciones de quienes señalan erratas y despistes.
RépondreSupprimerEn cuanto a los debates sobre cómo se debe o no se debe escribir, yo tengo un libro de más de 600 páginas con cientos, si no miles, de opiniones de escritores y gramáticos de todas las épocas y países sobre el arte de escribir en el que puede verse que todos los pareceres sobre el tema tienen defensores de renombre. Así que, ¿para qué discutir?
Conclusión de la falsa disputa: puesto que la cuestión práctica de las erratas y los despistes no le interesa, hablemos del fondo y olvidemos la forma, comentemos las opiniones y olvidemos el estilo.
Le agradecemos en el alma la rectificación. Como dice el anónimo, ya está bien de impertinencias infantiles.
SupprimerY una segunda puntualización. Cuando se sienta uno a una mesa sin que nadie le haya invitado, lo mínimo que se le debe exigir es que se comporte con educación y respeto hacia el anfitrión.
SupprimerPues parece que mi irónica opinión sobre la rebuscada crítica estilística del "curioso parlante" se perdió por ahí. Pero no voy a "repetirla" ahora.
RépondreSupprimerCon el trabajo que me costó escribir "Shakespeare" sin equivocarme...
"La función política del narrador –historiador o novelista– es enseñarnos a aceptar las cosas tal como son. De esta acepción, que también puede llamarse veracidad, nace la facultad de juicio mediante la que, una vez más en palabras de Isak Dinesen, “al final tendremos el privilegio de ver y volver a ver, y eso es los que se llama el Día del Juicio.”"
RépondreSupprimerArendt, H. 'Verdad y mentira en politica'. Edit. Página indómita, pág. 77
Leí "Cómo se hace una novela" hace unos 3 meses. Por supuesto que fue la traducción al español de su publicación en francés. Con su prólogo, casi más largo que la novela, escrito en Hendaya. Grande fue la alegría cuando me di cuenta de que el libro no era una lista de técnicas a aplicar. Alguien que compra un libro en París y que si lo termina de leer muere... dice mucho de cómo se escribe una novela. Porque una novela se escribe viviendo y, si es posible, antes de morirse. Este libro de Unamuno contiene una dimensión casi de ciencia ficción. Como el Quijote que ya fue la precuela de la saga de Matrix, en donde la realidad y la ficción y el encuentro de los personajes con ellos mismos viniendo de otro creador... son todo un viaje de éxtasis, toda una pasada de hace muchos siglos. Una felicidad multidimensional. Gracias, Trapiello.
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