POR los mismos días en que se aseguraba aquí que los jóvenes no iban ya a oír conferencias, hubo dos en Madrid de Zizek que dejaron fuera, por falta de espacio, a cientos de ellos. ¿Y quien es ese hombre para que los jóvenes decidieran llevarle la contraria a la estadística? Zizek es... ¿filósofo, redespredicador, guru, chouman? La prensa aseguró que es todas esas cosas a la vez. Para mí es sólo una fotografía, él echado en una cama, con un póster de Stalin detrás. Decía JRJ de Serrano Poncela, responsable de las matanzas de Paracuellos: “No he venido a Puerto Rico para darle la mano a un asesino”. Nadie ha llegado hasta aquí para leer ni un solo de los libros de Zizek, pero ahora se trata de otra cosa. Que la extrema izquierda, nostálgica de los buenos tiempos del Gulag deficientemente restablecidos en Venezuela o Cuba, haya encontrado en él al primo de zumosol, se comprende, ¿pero todos aquellos que dirigen instituciones democráticas?
Sus conferencias madrileñas tuvieron lugar en el Círculo de Bellas Artes y en el Museo Reina Sofía. Del primero poco que decir, tratándose de un club exclusivo (eso sí, muy subvencionado), aunque no es extraño, teniendo en cuenta que lo dirigen los mismos que se han negado a que se recuerde el pasado chequista del Círculo, porque sólo lo fue por poco tiempo. En cuanto al Museo (dinero público), baste esta pregunta: ¿habrían invitado a alguien que se hiciera retratar con un póster de Hitler o de Franco? Sígase el razonamiento.
Como hegeliano Zizek es defensor del billar a tres bandas y del Espíritu Absoluto, justificando así en última instancia el Mal: puesto que no hay mal que por bien no venga, mejor Trump que Clinton, nos dice Zizek, porque cuanto peor mejor (gran carambola), y si Hitler fue un monstruo no lo fue tanto por sus matanzas de judíos, sino por no haber acabado con el capitalismo (claro que Stalin tampoco, por falta de tiempo, que no de ganas: no habría dejado a nadie vivo, y muerto el perro, se acabó la rabia). Es preocupante, decíamos, sí, que muchos jóvenes ya no acudan a las conferencias, pero más aún que sólo vayan a las de Zizek, nostálgicos de un comunismo de cuyos crímenes no se hacen responsables, por lo mismo que Zizek ha decidido ponerle a Stalin el contador a cero. Y aquí no ha pasado nada, Hannah Arendt.
[Publicado en el Magazine de La Vanguardia el 30 de julio de 2017]
Supongo que la fascinación juvenil por un tipo como este, del cual no he leído nada ni me apetece, es pareja a la fascinación de los mismos pipiolos por ciertos "poetas" modernos. Pudiendo leer a Nietzsche, prefieren a este conversador. Pudiendo leer a Juan Ramón o Cernuda, se quedan con un tal Defreds. La diferencia es que a estos se les entiende todo. Y sin leer un libro. Luego, para parecer intelectuales, se toman dos frases y se les pone un hashtag. Y listos. Pero listos de verdad, sobre todo el filósofo, que no habrá venido gratis.
RépondreSupprimerSospechosa tanta unanimidad en criticar a alguien porque llena las salas de conferencias
RépondreSupprimer¿Sospecha de qué, amigo? No entiendo, y le agradecía que se explicara, el autor lo ha hecho.
SupprimerGracias.
PS: ¿Unanimidad de dos?
Gracias por decir en voz alta lo que muchos pensamos.
RépondreSupprimerHABLAR del "pasado chequista del Círculo" seguramente es un exceso. Por "Círculo" suele entenderse una institución, un conjunto de personas organizadas para un fin. Como tal, el Círculo no tiene un pasado chequista, que yo sepa, por más que pudieran tenerlo sus sedes o locales, lo cual es anecdótico. En algunos templos se bendijo el holocausto franquista, y en la Macarena de Sevilla sigue enterrado Queipo de Llano, promotor de violaciones de "rojas". Pero no por ello la Iglesia como institución debe ser denigrada.
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