6 mai 2018

Los matices

SIN matices la vida no es que sea incompleta, es que además es falsa. “Completo: perfecto e imperfecto”, decía JRJ. Daba a entender con ello que una perfección sin defectos está muerta, y que la vida es precisamente la suma de perfección e imperfección. Perfecta puede ser una máquina, una persona nunca, afortunadamente, y esta es la garantía de que sigue viva. 

Acabo de comprar en el Rastro (¿dónde si no?) Mil canciones españolas. Dos gruesos tomos editados en 1966 y metidos en un sólido estuche de tela verde. De no haberlos visto casualmente jamás hubiera reparado en una obra como esa. En el Rastro vista y tacto  son el mismo sentido y allí manda el azar. Contienen esos dos tomos composiciones, música y letra, de todas las regiones y en todas las lenguas y dialectos españoles, canciones de corro, de ciego, villancicos, romances, algunos muy antiguos. 
  
Esa labor de recopilar el folclore la iniciaron los beneméritos abuelos de la Institución Libre de Enseñanza, entre los que se contaba Machado Álvarez, Demófilo, padre de Antonio y Manuel Machado, y la continuaron sus nietos, entre ellos García Lorca, con el teatro ambulante de La Barraca y los jóvenes de las Misiones Pedagógicas que recorrieron España llevando por los pueblos, durante la República, la buena nueva de la ilustración. La guerra truncó aquello de la manera sangrienta que sabemos, y después de la guerra tomó el testigo de los institucionistas la Sección Femenina de FET y de las JONS. Las Mil canciones españolas están editadas por ella, y, créanme, es una obra admirable pese a su lastre (vienen también los himnos políticos y del nacional catolicismo; pero hasta eso lo ve uno ya como antropólogo) y, desde un punto de vista tipográfico, sobresaliente. ¿Pero cómo, dirá alguien, pudieron los  representantes netos del fascismo continuar el trabajo de los ilustrados institucionistas, a los que se combatió durante el franquismo con saña irracional? No sé cómo, pero medio siglo después de ser editado el libro, uno agradece que alguien entonces quisiera reunir esas canciones y lo hiciera de ese modo que habría satisfecho a don Francisco Giner o don Manuel Bartolomé Cossío. Y que fuera posible durante un Régimen tan demencial y ramplón como aquel, acaso haga más valioso esta obra. Sólo siente uno que la mayor parte de esas canciones ya se hayan dejado de cantar. Pero este es otro cantar.

    [Publicado en el Magazine de La Vanguardia el 6 de mayo de 2018]

4 commentaires:

  1. Jose Fuentes Miranda6 mai 2018 à 21:58

    En el primer día del mes de Mayo, fiesta de los trabajadores, con un lamentable horizonte de parados y trabajo precario, hemos contemplado esas imágenes cansinas de los trasnochados sindicatos saliendo a las calles para que sus líderes, con escaso público y con banderas republicanas anticonstitucionales, nos canten siempre la misma canción, con el estribillo falso de la defensa del trabajador. El siguiente día, dos de mayo, recuerda, una vez más, la defensa de una nación entera, un pueblo enardecido en la lucha por su libertad e independencia frente al extranjero invasor. España se ha ido fraguando a lo largo de muchos siglos, construyéndose con el dolor de las derrotas y el vino alegre de los triunfos. No se puede tirar impunemente la historia de España por los sumideros de la progresía sectaria y el independentismo decimonónico. Esos dos primeros días del mes de mayo tienen que significar la definitiva solidaridad y unión de los españoles, dentro de una consolidada justicia social, que todavía siguen siendo grandes asignaturas pendientes.

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    1. Roberto Montell7 mai 2018 à 12:55

      Con todos mis respetos hágaselo mirar caballero, pero le veo yo a usted mas decimonónico con su España y su historia que al independentismo y cierta progresía, como dice. Vivo en Cataluña, pero ni soy independentista ni nada parecido, pero de esa España que usted habla yo ando cansado.

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    2. Es que este caballero, de tanta memdxes que dice, se va a quedar sólo haciendo de felpudo de fin Andrés. Memo y crío, a sus años

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  2. Jose Fuentes Miranda7 mai 2018 à 14:21

    Hablo de una España democratica, justa y solidaria, no de la de Franco. Que suscepibles y suspicaces se estan volviendo los catalanes. El que se pica..no quiero disputas en un blog que no es el mio. Revise algo las actuales ideas y sentimientos de Trapiello.

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