Se inicia con este un nuevo año de artículos en el Magazine, agrupados bajo el título de Fuera de carta.
POCAS veces se ha sentido uno más orgulloso de presentar un libro. Fue hace unas semanas, en un marco excepcional, como solían decir los cronistas del siglo XIX: el Senado. La revolución española vista por una republicana, el absolutamente imprescindible libro de Clara Campoamor, es más que un libro, es una lección de vida. El trabajo de su editor y traductor, Luis Español (ya es coincidencia), es además impecable. ¿Y cómo una traducción? ¿No lo escribió Clara Campoamor en castellano? Desde luego, en 1937, y en 1938 se publicó en París, en francés, pero hasta el 2002 no se publicó en España. La que ahora aparece es una edición mejorada y corregida. El libro cuenta lo sucedido en los primeros meses de la guerra en el Madrid republicano, tomado literalmente por los chequistas. Clara Campoamor, como Chaves Nogales, no es una testigo sospechosa: pese a lo que vio y contó, siguió siendo republicana y murió en el exilio, treinta años después de aquella guerra. Si no lo ha leído, no espere más. Habla de 1936, pero parece que lo estuviera haciendo de Eslovenia y de ahora mismo. Antes, permítanme, en un párrafo, resumir los hitos de esta mujer admirable.
Fue ella quien logró, en las primeras Cortes republicanas, que las mujeres pudieran votar (hasta 1931 las mujeres en España podían ser reinas y ser elegidas diputadas, pero no electoras). Lo hizo con la oposición de la izquierda. Oh, sí: ni Victoria Kent ni Margarita Nelken la secundaron. El mismo Azaña la combatió sin misericordia (la llamaba “la pedante”, él, tan llano). En las primeras elecciones en las que votaron las mujeres, 1933, no salió elegida y a partir de entonces ningún partido quiso acogerla en sus filas: demasiado “avanzada” (luchó por el divorcio y acabar con las leyes demenciales que amparaban la violencia contra las mujeres. También contra la imposición del catalán como única lengua oficial en Cataluña, y contra el delito de adulterio).
Se le hizo a uno extraño hablar de estas cosas en el Senado a los nietos y biznietos de los políticos de ayer. Porque se nos olvidaba decir que a Clara Campoamor, lo mejor que ha dado España en un siglo, los susodichos nietos la ignoraron, despreciaron o desdeñaron hasta hace, como quien dice, diez minutos.
[Publicado en el Magazine de La Vanguardia el 6 de enero de 2019]
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