TODO el mundo parece extrañado de la irrupción de Vox en España. ¿De dónde han salido tantos votos como ha obtenido la extrema derecha en las elecciones andaluzas?, se preguntan desconcertadas y recelosas algunas gentes. No deberían extrañarse.
Quienes alguna vez hayan visitado el Reichstag alemán y subido a lo alto de su cúpula acristalada acaso hayan reparado en la balaustrada que dibuja toda la circunferencia, defendiendo del vacío a los curiosos. En el centro de aquel vestíbulo se ven, pequeñitas, cruzándolo en pos de sus diligencias, las figuras hormigueantes de los parlamentarios alemanes. Si se mira hacia afuera, la amplitud de las panorámicas de la ciudad de Berlín disipa la sensación de vértigo que se siente mirando hacia el vacío. Pero tal vez lo más interesante no esté ni en el fondo ni a lo lejos, sino en el pasamanos de la circular balaustrada, recorrida por una sucesión de pequeñas fotografías e imágenes que recorren la historia de Alemania. En una de ellas, entre otras, se ve una de las manifestaciones que celebraron juntos, antes del triunfo hitleriano, nazis y comunistas, compañeros de viaje.
Hace unas semanas el líder socialista Mélanchon apoyaba a los demenciales “chalecos amarillos”, a quienes viene alentando la extrema derecha francesa de Le Pen, y al difundirse la fotografía de un jerarca etarra compartiendo txoco con la lideresa socialista vasca, pudimos algunos indignarnos pero no extrañarnos, como tampoco de los espectaculares resultados electorales de Vox. Bastan unas cuantas operaciones elementales (sumas y restas), quién perdió votos, quién los ganó, para saber que algunos miles de los que votaron a Vox proceden de la extrema izquierda de Podemos, lo que nos llevaría a afirmar que si los socialistas mantuvieron durante años la monserga de que Rajoy era una fábrica de independentistas, puede sostenerse ahora, con idéntico fundamento, que podemistas y Sánchez, apoyado por los independentistas, son una fábrica de Vox. ¿Y qué se persiguen con tan paradójicas alianzas y trasiegos? Como en 1933, poner fin a la vez al Régimen del 78 y a la Europa de la Ilustración, de ciudadanos libres e iguales. Porque los compañeros de viaje buscan siempre matar dos pájaros de un tiro, quiero decir, acabar con todo, eso sí, alegremente.
[Publicado en el Magazine de La Vanguardia el 3 de febrero de 2018]
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