Oía uno, minutos antes de ponerme a escribir este artículo, Radio Clásica, que de tantas espeluncas melancólicas nos ha sacado a lo largo de la vida. Jamás saldaremos los happy few con ella nuestras deudas de gratitud y consuelo. Tenía bien pensado aquello de lo que iba a tratar, de lo que trataré, al fin y al cabo, lo cual no garantiza nada, dada la propensión de uno a los pensamientos impresionistas, más o menos vagos, intemporales, aproximados. Con todo, me había dicho a mí mismo, como aquel que trata de darse valor antes de entrar en fuego, antes de sumergirse en una batalla peliaguda: Vamos a escribir de Europa. Y en esto empezó a hablar por la radio un viejo luthier que decía hallarse ya mucho más allá del final de su carrera. Hablaba de la nobleza de su oficio, uno, en su opinión, de los más antiguos y nobles: transformar la madera en música, un trozo inerme de abedul o de ciprés en melodías inefables y únicas. Recayó entonces la conversación con el locutor en Stradivarius y los sublimes instrumentos que él fabricó. ¿De dónde procede su misteriosísimo y único sonido? ¿De la madera que empleó y del modo de trabajarla, de los barnices, de su técnica? Algunos sugieren, apuntó el luthier, la sospecha de quienes creen que tal secreto estaría encerrado en el arroyo que corría junto al taller del maestro cremonense, en el que él limpiaba sus herramientas, impregnándose estas de algunas magas sustancias que transmitirían después a la madera. “¿Quién podrá saberlo?”, concluyó, “¡es todo tan misterioso y frágil!”.
Y aquí entraba en danza Europa. Acabábamos de ver en la tv cómo los obreros, la mayor parte excomunistas, que habían abucheado en una fábrica a Macron, vitoreaban minutos después a Marine Le Pen. Quiere esta, preilustrada y furiosa, como su rubio teñido, acabar con Europa, el viejo stradivarius de donde han nacido algunas de las más admirables partituras políticas: el vals llamado Igualdad, la sonata Libertad y la sinfonía Fraternidad. Sí, nada tan frágil como el bien. Bastan dos o tres desdichados pasos o un solo e insensato referéndum para acabar con el viejo stradivarius hecho un montón de astillas del que ni siquiera Radio Clásica podrá arrancar nada que se parezca a música.
[Publicado en el Magazine de La Vanguardia el 28 de mayo de 2017]
¡Maravilloso, maestro!. (Te llamo maestro porque hace años que te infiero autoridad para enseñarme...).
RépondreSupprimer"Oía UNO, minutos antes de ponerME a escribir este artículo, Radio Clásica, que de tantas espeluncas melancólicas NOS ha sacado a lo largo de la vida."
RépondreSupprimerMe pregunto si es correcta esa frase.
Es muy difícil usar bien ese "uno" que quiere disolver, por timidez o modestia, la primera persona. La frase citada es evidentemente desastrosa, desmañada y sobre todo desorientadora y confusa. "Oía uno, quizás Felipe, antes de ponerme a escribir este artículo.."
RépondreSupprimer¿Antes de ponerme yo mismo, o era "uno", quizás Felipe, el que me ponía? Gran manera de descoyuntar la gramática por mor de no decir "yo", que tampoco está prohibido, que sepamos.
Me parece que había un similar estropicio, más tarde corregido, en el anterior post, el de la feria del libro, donde también "uno" iba a estar firmando en una (esta vez sí) caseta. Por Dios, lo primero es la comunicación, y por ende la precisión
Es un embrollo porque UNO es de suyo tercera persona, pero quiere ser primera, así que hay que brincar de una a otra con riesgo de caída o esguince. Hombre, entenderse se entiende, pero la gracia es que suene bonito. Este uso viene de la calle, como "Estos políticos le ponen a una la cabeza loca". Pero no hay reglas de cuándo sí y cuándo no. Hay que ser un maestro del habla popular para clavarlo. Se me ocurren dos, los dos mejores, estarán de acuerdo, no? Sánchez Ferlosio y Francisco Umbral.
RépondreSupprimerQuien escribe como se habla llegará en lo porvenir y será más hablado que quien escribe como se escribe… Parece mentira que haya que recordar esto aquí.
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RépondreSupprimerComentario a 'Autoindeterminados' de Arcadi Espada.
"Y para probarlo ahí están esas palabras fácticas (charnego, maqueto...) contra las que algunos aristócratas pobres de la humanidad nos hemos fajado en la infancia.
Y es que sí, Arcadi, Rafael..., todos, tiene razón Julia de lo que recuerda Juaristi
(http://hemeroteca.abc.es/nav/Navigate.exe/hemeroteca/madrid/abc/2000/11/25/003.html) que quería Caro Baroja y escribía Auden con precisión: en una Ciudad con barrios no podemos dejar de "amar a nuestro mezquino prójimo con nuestro mezquino corazón" porque "son todos, somos todos, tan dignos de compasión, tan terriblemente dignos de compasión...". Y no hay que idealizar nada, al final está ese mezquino amor no resentido, pero un paso antes, o incluso al mismo tiempo, está la guerra."
Uno tiene enlazado este cuaderno con el título "Un blog de uno". A uno le choca el uso, para uno excesivo, del indefinido; uno lo ve forzado. El interés de los artículos y la calidad literaria del autor hacen que uno siga leyendo.
RépondreSupprimerFeliz artículo que ya quisieran haber escrito algunos habituales de El País, cuyo objetivo no pretende más que golpear al PP por un triste puñado de dólares.
RépondreSupprimerEsta afirmación se puede suscribir sin ninguna duda. Lo que pasa es que su comienzo de artículo, "oía uno, antes de ponerme a escribir" no tiene nada que ver, no es escribir como se habla, ya puede estar seguro. No creo que haya oído a nadie "oía uno, antes de ponerme". La gente es mucho más eufónica!! Usted puede escribir muy bien, sr Trapiello, pero no ha conectado con el habla popular. Lo siento.
RépondreSupprimerO sea que suspendemos al torpe Trapiello....
SupprimerA mi también me parece que Por. Reverte y Almudena Grandes conectan mucho mejor con el habla popular. Y no digamos Llamazares
A mí lo que más me extraña de esa primera frase es lo fácil que es escribirla más sencillamente: "Oía, minutos antes de ponerme a escribir este artículo, Radio Clásica, que de tantas espeluncas melancólicas me ha sacado a lo largo de la vida."
RépondreSupprimerO sea, que lo importante del artículo es el "uno" o el "nos". No tiene importancia la referencia a Stradivarius o la pérdida del vals, la sonata o la sinfonía...
RépondreSupprimerCreo que el milagro de los stradivarius radica en que su autor amaba su profesión por encima de todas las cosas, como la buena silla es fruto de la pasión del carpintero, la pared sólida del deseo del albañil, el buen libro de la entrega en cuerpo y alma del autor a la literatura. Cuestionar a estas alturas la capacidad literaria de Andrés es buscar cinco pies al gato o la aguja en un pajar. Es más, mientras existan personas que se dediquen a sus profesiones con esa entrega, aunque haya tiempos oscuros, Europa sobrevivirá y seguirá sonando su propia música inmortal.
Discutir sobre la corrección o la incorrección de una frase no es cuestionar "la capacidad literaria" de nadie - o su profesionalismo.
RépondreSupprimerEn cuanto a los violines de Antonio Stradivari:
"Stradivarius : ¿el fin de un mito?"
http://blogs.ciencia.unam.mx/cienciamundo/2017/05/18/stradivarius-el-fin-de-un-mito/
Por favor, César, no saque las cosas de quicio. Nadie duda en este blog de la "capacidad literaria" de Andrés Trapiello. Esa capacidad está muy demostrada. Sólamente se ha criticado el uso de determinada frase que a algunos ha parecido desafortunada y chirriante por la presencia en ella de un "uno", tercera persona, mal avenido con la primera persona simultánea.
RépondreSupprimerMe parece que en este blog se aprecia y se admira a Andrés Trapiello, pero no consideramos que sea Dios ni defendemos su infalibilidad. Estoy seguro que el propio Trapiello tampoco se considera divino ni infalible.
Únicamente creen en lo divino
Supprimeraquellos que también lo son. Holderlin
mcs
Me cuesta trabajo comprender que más que elogiar la calidad incuestionable de la columna, se haya desviado el debate hacia cuestiones de índole menor. Aunque a Trapiello, en efecto, se le hubieran descubierto los errores motivo del asombro pertinaz, creo que los árboles no deben tapar el bosque ni los olores a colillas el aroma de las finas esencias.
RépondreSupprimerYo me asomo aquí habitualmente a saborear la buena literatura, aunque literatura se deba escribir con hache y se esté escribiendo con uve.
Ya sabe usted, señor Cancio, que sólo lo anormal es noticia, que la prensa sólo habla de los trenes que llegan con retraso, que, según el proverbio africano "un árbol que cae hace más ruido que un bosque que crece".
SupprimerQue A.Trapiello escriba bien cosas interesantes es lo normal, lo que todo el mundo espera de él y lo que menos "comentable", pues, resulta, dado que habría que repetirse constantemente. ¿Imagina usted un blog en el que todos los comentarios fueran: "Excelente artículo, muy bien escrito", que es lo que piensa la mayoría de la gente que pasa por aquí cada vez que lee uno de sus textos? Sería tan aburrido como un periódico que sólo contara lo que funciona bien en un país (hubo gente, por cierto, que, harta de la imagen horriblemente negativa del mundo que da la prensa, hizo un periódico que contaba sólo noticias positivas; el resultado fue un fracaso estrepitoso).
Lo anormal es que A.Trapiello escriba frases incorrectas. Y es lógico que cuando le sucede (y ello tanto más cuanto que le sucede muy raramente), el hecho se vuelva rápidamente "noticia" que genere muchos comentarios.
¿Lo entiende ahora, señor Cancio?
"Me cuesta trabajo" es una limitación y un problema estrictamente personal. No tiene nada que ver con los hechos ni con el mundo exterior.
SupprimerSe habla de un fallo de escritura en un escritor, no en un frutero ni en un zapatero. Por escribir literatura con hache te puede suspender el maestro de escuela.
A una le gusta el baile que lleva el texto del "uno" al "nos".
RépondreSupprimerLo misterioso y lo frágil de "uno".
La conclusión de la entrada: "dos o tres desdichados pasos"
Arrancar música de las astillas de un stradivarius.
Sólo hay que leer y disfrutar.¡Qué complicación!