30 avril 2018

La fuerza de la costumbre

El mal tiempo –frío, destemplanza y huracanes– nos tuvo la pasada Semana Santa más cerca de la chimenea que de costumbre por esas fechas y con un libro apropiado, por inagotable y entretenido: el Diccionario Geográfico-Estadístico-Histórico de España y sus posesiones de ultramar, publicado en 1847 por don Pascual Madoz, un clásico, como saben. Iba buscando unos datos precisos sobre los barrios bajos de Madrid, y me quedé en él un par de días, como el viajero que, de paso a otra parte y seducido por un lugar, decide sobre la marcha prolongar su estancia para admirar las bellezas locales. Y eso me ocurrió repasando el estadillo en que se consignan todas y cada una de las “especies despachadas en las cinco puertas de entrada y aduana de Madrid” ese año del 47, “con distinción de las introducidas en el mes de octubre”. Veinticuatro páginas y unas mil doscientas especies, desde trigo y reses a “un cisne disecado”, treintaicinco libras de pelo humano o ciento cuarentaicinco mil plumas de ave para escribir (frente a las casi cien arrobas de plumines de acero).

¿Qué tiene de fascinante algo así?, preguntarán algunos. ¿Qué? ¡Los detalles exactos! ¿Les parece poco? Y, claro, su poder narcótico contra la actualidad, realidad frente a actualidad. 

Estaba puesto un televisor. Sin levantar los ojos del libro oye uno a un locutor repasar las procesiones en España. Algunos nazarenos hablan de sentimientos profundos, aunque el descenso de las creencias religiosas es inversamente proporcional al número de cofradías. Se citan algunas advocaciones de Vírgenes: de las Angustias, de los Dolores, de la Soledad, de la Consolación, del Socorro... Levanto la mirada por ver las imágenes. Eran nombres frecuentes en las mujeres. Algunos lo son aún.. ¿Cómo llevarán esa pesada cruz?, me pregunto. Vuelvo a la lectura, con la esperanza de que ese libro me dé la respuesta. Y en parte, sí: leo que en 1847 entraron en Madrid cuatrocientos “tomos de libros” y ciento un loros. Comparo las cifras. No sé cuántos libros entrarán hoy en Madrid, pero ninguno le ha hecho desistir a cuatro ministros de cantar, al paso del Cristo de Mena, el himno de la Legión, la fuerza de la costumbre. Y un monumento al nihilismo. Me acuerdo entonces de Unamuno, tan vitalista, me encojo de hombros y sigo con Madoz.

   [Publicado en el Magazine de La Vanguardia el 29 de abril de 2018]

6 commentaires:

  1. Aprovecho para comentar mi extrañeza ante el hecho de que varios ministros canten el himno de la Legión levante tanto sarpullido
    Parece una pose obligada que esconde un retórico antibelicismo. Quizá la explicación sea más sencilla: el himno es muy bonito y lo conocen y cantan hasta los que perdieron la guerra. Se ha popularizado y mitificado y no merece más consideración ni análisis.

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  2. Jose Fuentes Miranda30 avril 2018 à 11:48

    Corrupción en la derecha y también en la izquierda (sí también, aunque solapada, frenada, ocultada en juegos malabares que no entendemos; esa izquierda que ya lleva otros casi cuarenta años, “ganando su guerra”); un deterioro gravísimo en la convivencia, tirando por el suelo y pisoteando creencias y sentimientos de una gran mayoría de españoles; una democracia cuarteada, manejada y retorcida por un sectarismo que hunde sus raíces en el siglo XIX y que pretende hacer pasar las utopías marxistas por la panacea que acabe con todas las injusticias y desigualdades sociales; quizás otra crisis económica que acecha y que nos va a pillar sin los anclajes imprescindibles para afrontarla; y, sobre todo, un separatismo desbocado que amenaza cada día más con conseguir sus fines; un gobierno que se tambalea y pobres políticos o políticos pobres, a los que no les llega el sueldo para comprar cremas, falsean títulos que encubran supinas ignorancias o “descuidan” el dinero de los trabajadores. Al final, si Dios no lo remedia, los españoles seremos devorados por la demagogia barata y los vendedores de “crecepelos” milagrosos, que salvarán a España rompiéndola.

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  3. Jose Fuentes Miranda1 mai 2018 à 13:18

    Para que don Anonimo no se enfade, digo que este articulo de Andres tambien es bueno, aunque se discrepe en alguna cosilla.




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    1. Será don Andrés, un respeto.
      No sé si sera usted albañil, el caso es que nos coloca unos ladrillos de lo más indigestos y refitoleros. Un poco de compasión.

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  4. Jose Fuentes Miranda2 mai 2018 à 15:24

    Soy abogado, conde, albañil, pensador..pero no me escondo en el anonimato. Es la ultima vez que le tengo en cuenta. A mi me interesa la literatura de don Andres, no los comentarios retorcidos, alucinados y resentidos de don Anonimo.

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  5. La fuerza de la costumbre lo comparte todo: el frío, la destemplanza, los huracanes... pero también, al fin, la risa. El padre tiene un sueño angustioso en el que sus hijos pequeños se ahogan en el río de Ruiforco, al levantarse coincide con ellos en el desayuno y entonces:
    “Esta mañana los niños me han debido notar algo, porque G. deslizó, como hace siempre que puede, la idea de no tomarse las tostadas, sólo que se encontró con la sorpresa de que su padre le respondía con todo el cariño: “Lo que quieras, hijo, lo que tú quieras”. En vista de lo cual, R. me ha pedido mil pesetas para no sé qué que tenía que comprarse.
    He pasado un día de esos en los que uno está, sin saber por qué, a merced de las procelas de la noche y los abismos donde los sueños se pierden para siempre sin saber por qué.”

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