EN ciertos asuntos (en general los relacionados con la cultura y el gusto) da lo mismo quién gobierne. El mal gusto es lo más transversal de todo y no es frecuente encontrar a quien confiese abiertamente tener mal gusto. Por el contrario, la mayoría está muy conforme con el suyo propio, que encuentra esmerado, en tanto se muestra intransigente con el de los demás, de la misma manera que tendemos a hallar nuestros olores corporales más tolerables que los del vecino.
Los responsables municipales que han llenado las calles de Madrid de meninas (en realidad de la infanta Margarita de Austria, la niña del cuadro de Velázquez), seguramente están convencidos de que han hecho algo “guay”, “lúdico” y, desde luego, “bonito”. Claro que ellos no han hecho nada que no hubiera popularizado hace cuarenta años el Equipo Crónica, compuesto por dos artistas del pop valenciano. Lo que le resulta a uno más difícil de comprender es la razón por la cual estas esculturas (da vergüenza usar la misma palabra que empleamos para la Victoria de Samotracia) no son diferentes de otras que también llenaron las calles de Madrid hace años. En aquella ocasión eran vacas, ¿recuerdan?, pero la idea era la misma, unos mamarrachos pintados con colores vivos y variopintas decoraciones. Las vacas, de derechas, despertaron muchas críticas en la oposición de izquierda. Las meninas, por el contrario, al ser de izquierdas, en absoluto, quizá porque haya calado entre la población la propaganda, a saber, que la izquierda es más culta que la derecha y en cuestión de gustos, más atinada.
Ni que decir tiene que el éxito de estas meninas ha sido inmenso. Como lo fue el de las vacas. La gente las encuentra, en efecto, “divertidas”, y posa a su lado, para inmortalizarse en selfis y retratos, pese a entrar de lleno en lo que Gillo Dorfles caracterizó como kitsch o mal gusto. Pero hay, a mi modo de ver, algo que hace muy diferentes aquellas vacas de estas meninas: el escarnio de una obra en verdad única, maravillosa, “un milagro español”. ¿Y por qué? Porque es característica de cierto resentimiento contemporáneo denigrar aquello que evidencia nuestra mediocridad. ¿Y cómo? ¿Atacándolo abiertamente? En absoluto: banalizándolo, hasta lograr que lo original parezca a la mayoría sólo una copia barata y en serie.
[Publicado en el Magazine de La Vanguardia el 10 de junio de 2018]
“Olvidan el pasado, miran con indiferencia el presente y temen el futuro, eso genera inquietudes y tapa la perspectiva”. Muchos españoles, sobre todo los políticos españoles, no tienen en cuenta el pasado, que debería ser la escuela del aturdido presente y la escarmentada proyección del futuro incierto. “No he nacido para un solo rincón; mi patria es todo el mundo”; aquí, en España, que se lo digan a ciertos sectores sociales de Cataluña y País Vaco, que quieren retroceder más de cinco siglos en la historia de España, siempre pensando que su rincón y ombligo regional es el más bonito, puro y singular de España. “La razón trata de decidir lo que es justo; la cólera trata de que sea justo lo que ella ha decidido”; la cólera y la ambición y soberbia injusta de una persona ha decidido que, aun dentro de la Constitución, se puede formar un gobierno, apoyado por los que no acatan esa Constitución y demás leyes y que quieren trocear España. “Hace falta toda una vida para aprender a vivir”. Da la penosa sensación de que los españoles, después de más de cinco siglos, no hemos aprendido a vivir ni a convivir Pues eso, que lo mejor es ser senequista. Paciencia y barajar, hasta para sobrellevar al nuevo gobierno “televisivo” y, en algunos casos, insólito. Ya he empezado a estudiar para aprender en qué consiste uno de los nuevos Ministerios, el de de Transición Ecológica.
RépondreSupprimerMarcel Duchamp le garabateó un tosco bigote y una barba a una reproducción de la Gioconda. Esa “obra” se subastó hace un año por 750 mil dólares. Así de fácil, y sin trabajarlo lo más mínimo.
RépondreSupprimerLa impostura se lucra, y las clases medias artísticas (y literarias) malviven de migajas.
Me pregunto si la mayoría sabe distinguir lo genuino de lo falso siquiera, se banalice o no lo genuino. Todo el mundo es algo sensible. Pero muy pocos lo son mucho. Y a los que lo son poco (es decir: a la mayoría) les vale casi cualquier cosa. Y eso no es una amarga crítica elitista o un lamento sibarita: es un hecho objetivo. Hoy en día se valora (de forma incluso literal) la mierda enlatada, es cierto. Pero lo excelso tampoco tuvo nunca mucho público, no nos engañemos.
Entre la basura y lo mediocre, media un palmo. Pero entre lo mediocre y lo sublime hay una distancia enorme que no cualquiera puede salvar bien, ya sea como creador o como receptor de lo creado.
El problema siempre fue, es y será vivir del arte (sin atajos).
Y hablando de impistura, me parece que aquí dice usted lo opuesto a lo que dice en el blog de García Martín el ofuscadoe.
SupprimerDije tosco bigote y barba en la Gioconda, pero al aumentar la imagen noté que sí están bien trazados, con delicadeza incluso. Como lo haría un buen pintor o dibujante.
SupprimerLo cual implica algo peor: el arte diestro marginado a decorar con filigranas, cual aprendiz de pastelero, sobre las tartas (industriales) ya hechas.
Al menos a Duchamp sí le rentaba. Un confitero auxiliar gana muy poco.
Me refiero a sus opiniones en general: allí muy cercanas a la beligerancia independentista de aquellos furibundos exaltados y aqui todo lo contrario.
SupprimerNo le había respondido a usted Carlos, me respondí/corregí a mí mismo y salió publicada dicha respuesta tras su reproche, así que pareció una réplica.
SupprimerPero le contesto ahora. Yo no soy furibundo defendiendo ideas. Sí lo soy alguna vez defendiéndome a mí mismo, cuando el ataque contra mi persona (no contra lo que digo) es virulento. Error mío, debería responder a la furia ad hominem ajena con templanza, pero no me es fácil.
En cuanto al independentismo, planteé una vez (también aquí) un referéndum pactado en Cataluña previa consulta a todo el (soberano) pueblo español. Y me masacraron los unos (ad hominem también) por plantear la opción siquiera. E igualmente los otros, por sugerir yo que votase todo el mundo, en lugar de otorgarle dicha opción sin más al lado rupturista, sin dilación ni intermediarios.
Ese enconamiento radical me hizo entender que, pese a mi salomónica propuesta, España no está madura aún para plantearse abrir la jaula, vuelen de ella o no los pájaros. Y quizá nunca lo esté.
Me suena ese Anonimo.
RépondreSupprimerQuizá Fuentes Quintana el ladrillero?
SupprimerEse Ortega tambien me suena.
RépondreSupprimerNos deja el padre Huerta y volverá al regazo de Ama Rosa, de donde nunca debió salir. La pena es que no lo releve Terelu o Jesús Vázquez, tan masimos como él en la cosa de la cultura.
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RépondreSupprimerEn cuanto a lo de la Transición Ecológica, todo se entenderá cuando los de la RAE acaben por aceptar ‘bien no banal y bueno en sí’ para la primera acepción de ‘sostenible’ y de ‘ecológico’. Y a los normales, a los que humildemente nos reconocemos material no sostenibles, que nos den por saco.
El problema es que el gobierno adoctrine culturalmente. Entonces tienen que buscar una síntesis que los satisfaga a todos, y sale eso.
RépondreSupprimerExcelente !!! Muchas gracias !!!
RépondreSupprimerQué recta eres, Fátima. Te admiro ocultamente.
SupprimerEsto me mando anoche una amiga:
RépondreSupprimer““En todas partes hay quienes tratan de salvar la realidad, no solo de enfangarla”, dice A.T. y yo me duermo con esto.”
El tiempo nos ha demostrado que en general, el capitalismo democrático -los que se comprometen con honestidad en llevarlo adelante- son los que tratan de salvar la realidad de la gente, mientras que los demás sistemas, bajo la coartada o la fantasía de conseguir otros fines superiores, la enfangan, sí. Pero ahí tienes los parlamentos de Europa con una proporción nada desdeñable de profesionales en enfangar la existencia. Cuando lo pienso, considero un auténtico milagro el inexorable éxito histórico y prehistórico del ‘Homo sapiens’ con tantos de sus miembros dedicados ahora, y con sueldo público, a enfangar y sin otras tareas conscientes que las de poner palos atravesados en los radios de las ruedas y la de arrojar ambuestas de arena al engranaje de la máquina. Sobra decir que España siempre presenta un plus superlativo a este hacer universal de los que enfangan.
En unas lineas ha repetido usted 6 veces la palabra enfangar. Consulte sinónimos.
RépondreSupprimerNo entiendo a los que “responden” a comentarios sin responder ni comentar nada, en realidad. Ignorando por completo el contenido, y limitándose a criticar la forma o el estilo como maestrillos de escuela, con mayor o menor tino.
SupprimerSupongo que si tuviesen al otro enfrente ni le mirarían a los ojos (eso es lo difícil) y se meterían con su indumentaria o su peinado, por ejemplo.
Por cierto, Felipe sí repitió mucho el “enfangar” previo de la cita. Se puede admitir la reiteración como formando parte de una glosa literal de esa palabra. Quizá la debió entrecomillar un poco, pero su texto se entendió perfectamente, que eso es lo que importa. Un blog no es un espacio académico, y además él se sabe expresar bien.
Y por cierto, comparto la idea: ni hay que “enfangar” ni poner palos en las ruedas. Tampoco en las de la comunicación humana, dentro o fuera de un blog. Ya hay obstáculos bastantes.
Siempre he sido limitado, y poco trabajador. Gracias de todas formas por el consejo.
RépondreSupprimerEn el siglo XIX, reinando en España Isabel II, existió el llamado “Gobierno-relámpago”. En una de las caídas políticas de Narváez, se encargó la formación de un nuevo Gobierno a Serafín María de Sotto, III Conde de Cleonard. La reacción política hacia ese Gobierno fue muy violenta y todos sus miembros presentaron su dimisión ante la reina Isabel II la noche siguiente a su formación, volviendo el General Narváez al poder. Parece que dicho Gobierno, visto y no visto, duró veintisiete horas. El cargo y la huella política y gubernamental de Maxim Huerta ha sido y va a ser efímera. Un jueves toma posesión de su cargo, el viernes despidió a la selección española de fútbol, el sábado visita la Feria del Libro y el domingo, en París, asiste al triunfo de Nadal. Hemos tenido un Ministro-relámpago, un ministro televisivo, fotogénico y pasota, que, en la toma de posesión lució las etiquetas de los zapatos recién estrenados. Los españoles estamos muy tristes: no nos ha dado tiempo ni de criticarle; menos mal que, para esta benemérita labor, todavía tenemos a Lopétegui y a lo que queda del todavía inédito Gobierno. Un entrenador que no ha sabido medir tiempos y circunstancias y se ha echado en brazos de los millones florentinos; y un Gobierno formado de retales, parches e “ismos”, comunismo, populismo, sectarismo y separatismo.
RépondreSupprimerJosé Fuentes Miranda, Badajoz.
Gracias, Bonifacio. Cambiando de asunto, pero sin dejar la marca de la casa:
RépondreSupprimer“[...] “La tristeza siempre estará aquí”, le escribía [V.G.] a su hermano. Y uno trabaja para lo contrario: si no para la dicha, que tantas veces no depende de nosotros, sí para la alegría, que es de nuestra sola incumbencia. “Desdichado pero alegre” es el lema que a tantos ha sacado del abismo. Van Gogh se refiere, siguiendo con esa idea, a la “melancolía activa”, frente a la mala melancolía pasiva”.” (A.T.)
Gracias, sí. La melancolía es lo racional humano universal, un hecho; y como no es recomendable y ni siquiera posible obviar los hechos, pienso que la clave está justo ahí, en lo que se apunta de la actividad, del trabajo, en no dejar paso a la pereza para que hermane con la tristeza, porque así es como se materializa la ruina. Bienaventurados los tristes que no pierden las ganas de seguir haciendo cosas.
Hay que estar alegres ��. Es el único deber, si no, somos unos mierdas.
Buena reflexión. Tomo nota, porque sí soy perezoso. Triste no soy, pero a veces sí me siento así. Y la suma de ambas cosas puede ser una catástrofe, lo ha dicho usted muy bien.
SupprimerPregunta inocente y no retórica:
RépondreSupprimerReescribir el Quijote para que lo entiendan los jovenzuelos de móvil, guasap y "ke wapo" ¿es banalizar el Quijote?
Ya dejé dicho que no es pregunta retórica. Desearía ver alguna respuesta, si se dignan.
No, prenda, para que lo entendamos todos, incluso usted: –Si no os picáredes más de saber más menear las negras que lleváis que la lengua –dijo el otro estudiante–, vos lleváredes el primero en licencias, como llevaste cola.
SupprimerLa pregunta no es retórica, Mandible, es pura impertinencia simplona.
SupprimerSe tiende a confundir adaptación/traducción con sucedáneo. Sacralizando lo original en exceso, únicamente porque lo original tiene más valor comparativo.
SupprimerNo solo lo mejor es bueno, hoy en día se olvida eso todo el tiempo. El oro falso es una estafa, pero la plata sí es un metal noble y asequible. Y produce hermosas joyas si se labra bien.
Y no solo sufren dicho olvido los consumistas “jovenzuelos”, que, por cierto, jamás leerían un libro de mil páginas aunque estuviese escrito con emoticones de móvil. Los adultos también reducen con frecuencia lo valioso a lo óptimo de forma irreflexiva, incluso los que están más instruidos.
En todo caso, el Quijote en castellano antiguo sigue y seguirá siempre disponible para quien lo quiera leer. Y cogiendo polvo en más de una estantería.
"Porque es característica de cierto resentimiento contemporáneo denigrar aquello que evidencia nuestra mediocridad".
RépondreSupprimerTemo no haber comprendido. ¿No es bastante natural denigrar "aquello que evidencia nuestra mediocridad"? Lo raro sería que lo elogiásemos, no?
Al cien por cien de acuerdo con la idea de que la burla y la tomadura de pelo dominan, continúan dominando, en general, las “actividades-espectáculo” (horrible palabra, “espectáculo”, asociada al arte…) que asaltan nuestras calles. Madrid y otras muchas ciudades que no lo merecen sufren estos atentados llamados “culturales”, y los sujetos que los organizan siguen convencidos de que funcionan muy bien como reclamo turístico y atracción de masas, a quienes parecen divertirles tanto. Hay tanta confusión en el mundo del arte... La ciudad de Valencia también ha sido pasto, en uno de sus bonitos recintos para el arte, el Museo del Carmen, de esta desgracia generalizada, convertido desde hace unos de años en centro de la mamarrachada y el mal gusto de cuatro jovenzuelos arrimados al político de turno, que exponen allí sus proyectillos de lo más grotestos, insultantes y abyectos que uno pueda imaginar. Pasen y vean. Cultura de pacotilla. El marco del Convento del Carmen tampoco lo merece. Una pena. Ójala saliera de nuevo Gaya a voz en grito, denunciando: ¡¡esto es una porquería que no tiene ningún interés!!
RépondreSupprimerFeliz verano Sr. Trapiello, le seguiremos releyendo, a la sombra, en nuestro jardín…