16 décembre 2018

Gato republicano, gato monárquico

HACE unas semanas el Real Instituto Elcano publicaba una encuesta sobre la aceptación de España por parte de otros países de nuestro entorno. Acaso el resultado más interesante fuese este: “el 78% de los portugueses cree que ambos países, Portugal y España, deberían avanzar de alguna forma hacia una unión política ibérica común”. Es, a todas luces, una cifra abultada, que ha de hacernos pensar. Desde esta misma página se ha defendido otras veces un anhelo semejante. Fue Bergamín al que primero le oímos la idea: en la separación, en tiempos del rey Felipe  IV, Portugal se llevó consigo toda la tristeza, dejándole a España su cacareada alegría, a menudo ruidosa e insufrible. Urgía, en opinión del poeta, y en beneficio de nuestras naciones, una reunificación que restableciera el armónico equilibrio entre ambas.

Sobre ser muchas las ventajas (los nacionalistas del movimiento Sólo León –¿o es León Solo?, nunca me aclaro–, tendrían al fin una salida al mar por la que vienen piando luengos siglos), no pueden obviarse algunos escollos. El primero, y no pequeño: España es un reino, Portugal, una república. Hoy parece que crece el número de quienes creen que ambas formas de organización del Estado son inmiscibles, aunque puedan ambas tener sus propias bondades, como el café y el té, que por separado son estupendos, pero que no admiten mezcla. 

¿O sí? Kant ponía al frente de la república ideada por él, justa, serena e ilustrada, a un príncipe, y sin salir de nuestro país somos muchos los republicanos que creemos que los valores de la ilustración, y por tanto los valores republicanos, están hoy mejor defendidos por Felipe VI que por aquellos  republicanos que tienen en mente no a Estados Unidos, Francia o Alemania,  repúblicas ejemplares, sino a Venezuela o Cuba, bananalandias en las que los célebres tres principios (libertad, igualdad y solidaridad) brillan por su ausencia. No iría con los defensores de estas repúblicas ni a la vuelta de la esquina, como suele decirse, y sí con los monárquicos demócratas ingleses, suecos o dinamarqueses. Como antiguo maoísta, a mí me da lo mismo cómo llamar al régimen en el que vivo, si garantiza y defiende mi libertad y la igualdad de los ciudadanos. Me da igual que el gato sea blanco o negro, si caza ratones.

   [Publicado en el Magazine de La Vanguardia el 16 de diciembre de 2016]

6 commentaires:

  1. Jose Fuentes Miranda16 décembre 2018 à 20:30




    Como un “agónico español” llegó a calificarse Unamuno. Si don Miguel resucitara, volvería espantado a su tumba viendo cómo está su “España”, sacudida por los vientos de las disensiones políticas, zarandeada por las sacudidas del sectarismo y el separatismo decimonónico y de campanario. Se puede también imaginar lo que pensaría el gran escritor si hubiera oido las primeras declaraciones de la Presidenta de Andalucía, tras su derrota electoral, refiriéndose reiteradamente al coco de la derecha, que ella llama extrema. Para muchos, incluidos bastantes periodistas, la otra extrema, izquierda y separatista, que gobierna con Pedro Sánchez, no existe. Hay que poner ya frenos de sensatez a la galopante desunión política y los extremismos ideológicos, sobre todo cuando se trata de defender lo que de verdad merece la pena: la unidad y la democracia de España

    Jose Fuentes Miranda.



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  2. Asombra que ese grupo leonés encuentre más propia la salida lejana a Portugal por el oeste que por el norte, a través de Asturias. Parece mentira que los celos regionales perturben tanto. Entre una botella de sidra y lo políticamente correcto nos quedamos con lo segundo.

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  3. No son celos, hágase cargo, antes no existía el túnel del Negrón. ;-)

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  4. Les deseo a todos lo mejor para estos días y lo mucho mejor para el próximo año.

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  5. Jose Fuentes Miranda24 décembre 2018 à 16:11

    En estos tiempos, tan marcados por la demagogia política, conviene recordar figuras entrañadas en el sentimiento popular, como la de José María Gabriel y Galán, maestro nacional y poeta, castellano de “nacencia” y extremeño de corazón. Sus versos respiran naturalidad y el sentimiento pleno de esa vida rural que en ellos describe. Era muy creyente, sencillo y generoso; ayudaba a los necesitados y apelaba a la caridad de los amos respecto de sus asalariados y a la conformidad de éstos. Se le consideraba socialmente retrógrado y paternalista, pero de parecida manera pensaba su contemporánea Concepción Arenal, cuyo lema era: «Restaurar la caridad y la abnegación en el patrono y la paciencia y la resignación en el obrero». Fue enterrado en Guijo de Granadilla, su pueblo de adopción, y cuando se habló de trasladar su cadáver a Salamanca, la gente se negó y durante un tiempo montó guardia con escopetas en el cementerio. Unamuno dijo, tras su muerte, a los 34 años: "No ha pasado Galán por la tierra como callada sombra; deja cantos de consuelo para los pobres soñadores del sueño de la vida. En estos cantos nos queda el alma de su alma. Se la dio su pueblo y a su pueblo vuelve". Gabriel y Galán fue uno de los primeros escritores en denunciar la miseria de Las Hurdes. En el poema “A Su Majestad el Rey”, de 1904, con motivo de la visita de Alfonso XIII a Salamanca, para intentar sensibilizar al Monarca, dice: "Porque infama la negrura/de la siniestra figura/ de hombres que hundidos están/ en un sopor de incultura/con fiebre de hambre de pan”.

    José Fuentes Miranda.

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  6. ¡Feliz 2019!, ´orbi et orbe´:
    https://elpais.com/elpais/2018/12/28/opinion/1545987830_573754.html
    De nuestra generación, es el más… ¡Si yo pudiese invitarle a dar vueltas con X en esa noria lenta! Y, si su valiente ilustración ateniense rechaza cualquier esperanza de una cosa así, nadie como él para colarse por la difícil grieta que -a lo Shestov, más allá de la razón- ofrecen Jerusalén y las piedras de Fidias.
    ¡Feliz 2019! a todos.

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