A estas alturas casi ni nos maravilla saber que llevamos en el bolsillo la Enciclopedia Británica y el Cuarto Poder al completo, decenas, cientos de doctos libros y miles de periódicos recién actualizados, todo ello junto a las llaves de casa o unas monedas. Ha llegado a parecernos tan natural nuestro teléfono móvil como que la humilde bombilla nos dé su rúbrica incandescente, prodigio equiparable, en cuanto el sol se pone.
Los veranos son propicios a estos dos hechos: las noticias de verano y las especulaciones. Las noticias de verano están en proporción inversa a la plantilla de los periódicos, a menor número de redactores en ellos más noticias de verano y a mayor tiempo sin hacer nada, más curiosidad ociosa o morbosa entre los lectores. Las especulaciones, incluso las de maduración rápida, precisan de esta enzima: el creernos superiores y mejores a los demás y, por tanto, con derecho a juzgarles. Cuando hace dos veranos se habló de la madre que retuvo a sus hijos contra la decisión de un juez, hasta el presidente de gobierno, tan poltrón para todo lo demás, se apresuró a sumarse al «clamor popular»: «Juana somos todos». Apenas se supo que una mujer había denunciado a un célebre tenor por algo ocurrido hace cuarenta años, faltaron minutos para que se oyeran silbar en el aire las primeras piedras lanzadas contra él, y dos teatros de Estados Unidos, de donde partió la denuncia, fulminaron de su programación al acusado. ¿Pasado el verano habrá juicio, la denunciante retirará la demanda en cuanto cobre por «daños y perjuicios» y reflote su hibernado honor?
Por los mismos días, se publicó la entrevista de quien fue “carismático alcalde de Jerez”. Acaba de salir de la cárcel, cuatro años, asegura, por un “un contrato irregular por el que podrían ir a prisión cuatrocientos alcaldes, sin hablar de todos esos políticos que habiendo robado millones están en libertad». El tenor llegó incluso a balbucir: Hace cuarenta años estas cosas se juzgaban de otro modo. No se refería, claro, sólo a él, sino también a ellas, a ese «hombres que ofrecen poder a cambio de sexo, mujeres que ofrecen sexo a cambio de poder». Esta ha sido una de las noticias del verano en la misma medida que ha sido también la excusa para todos los amantes de las lapidaciones, en disfrute de su ocio veraniego. Lapidaciones de salón, por supuesto, tan letales como las otras, claro.
[Publicado en el Magazine de La Vanguardia el 15 de septiembre de 2019]
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