EL gran logro de Arquímedes consistió no sólo en formular una ley física de carácter universal y muy común en la naturaleza, sino en la belleza que se deriva de ella al poder aplicarse de un modo sencillo a los ámbitos del espíritu: “todo cuerpo sumergido en un fluido experimenta un empuje vertical y hacia arriba igual al peso de fluido desalojado”. El amor nuevo desplaza al anterior; cada vez que una obra irrumpe en un museo, desaloja otra de igual tamaño, arrumbando en ocasiones una tendencia estética que dominó la escena largos años, etc.
En Alsasua se celebró el Ospa Eguna o Día de la Expulsión que persigue los pogromos de la Guardia Civil y de la Policía Nacional y sus familias de ese pueblo navarro, de Navarra y del País Vasco, todo ello promovido por colectivos abertxales y en cierto modo alentado desde la fiscalía de Navarra que no vio razones para suspenderlo. La eurodiputada Pagazaurtundúa habló de “humillación y odio a las víctimas”. Podría haber citado a don Quijote, que tan sutilmente distinguió afrenta de ofensa, y habló de quien además de ofender, afrenta. La misma Pagaza conoció no un día sino años de expulsión a raíz del asesinato de su hermano a manos de Eta: tuvo que salir del Euzkadi y fijar su residencia, y la de los suyos, en un rincón incógnito de la provincia de Burgos.
Una de las cosas que más sorprenden al viajero que atraviesa hoy ciertas localidades del País Vasco y Navarra es la profusión de pintadas, visibles, de brocha gorda, violentas, jactanciosas, ocupando no sólo los espacios públicos, sino, a menudo, institucionales, o sea, de todos, de ellos, los victimarios, pero también de sus víctimas, que han de verlas cada día. En la mayor parte de esos grafitis se pide, en vascuence, en castellano y a veces en inglés: “Presos a la calle”. Una pintada es siempre una anomalía, y lo saben: se quiere dar a entender con ellas que en el País Vasco no hay libertad de expresión, y por eso han de recurrir a las paredes. En Alsasua creen también que aplicando el principio de Arquímedes (el desalojo de los guardias civiles), podrán ocupar su lugar los asesinos que cumplen condena en las cárceles, y ello, sin recordar ni expiar ninguno de los crímenes que les llevaron a ellas, o sea, la letra pequeña, esa que no sirve para hacer pintadas.
[Publicado en el Magzine de La Vanguardia el 29 de septiembre de 2019]
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