HA muerto Rafael Juárez. Era un ser angélico, en la poesía que escribió y en su vida. Siempre discreto, inteligente, finísimo de humor y hondura. Como sólo sucede con los mejores, la levedad y la gracia en él era una parte de la firmeza. Gracias a él existe La Veleta, donde aparecieron dos de sus libros. Ha muerto y todo alrededor, campos y pájaros que aún no han vuelto al Sur, al conocer la noticia ha empezado a plegarse sobre sí mismo dos, tres, infinitas veces, como una carta... Y la carta no cabe en ningún sobre ni hay franqueo suficiente para ella. Dondequiera estés, amigo Rafa, irá contigo lo mejor de este tiempo, de todo tiempo.
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