A LA de 1812 se la llamó la Pepa, a la del 31 la Niña bonita... Han pasado cuarenta años de la de 1978 y, que yo sepa, no tiene aún ningún nombre popular y cariñoso. Hoy, más atacada que nunca, podríamos darle este: La Cenicienta. A duras penas logra mantener la casa común limpia contra el empeño de populistas y nacionalistas, que quieren acabar con ella. Y esta constatación: los partidarios de nacionalizar la luz, la banca y todo lo demás suelen ser los mismos que quieren privatizar el Estado, haciendo de él estados más pequeñitos administrados por quienes en esos territorios independizables, naturalmente los más ricos, hoy hacen negocio con la luz, la banca y todo lo demás.
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