5 septembre 2014

Ejercicios de caligrafía

AUNQUE leas estas palabras como cualquier otro día, quiero que sepas que, al ser las primeras, he tardado mucho tiempo en escribirlas. 
Cuánto esmero ponía uno en escribir su nombre y apellidos en cada uno de los libros y cuadernos nuevos que nos daban en septiembre. Cuánta ilusión también. Se diría que le fuera a uno la vida en ello, que cifraba en aquellas heroicas caligrafías el éxito de todo el curso, sabiendo, por lo demás, que todos esos primores iniciales acabarían en nada allá por junio: cuadernos llenos de manchas de tinta y de meriendas y libros lamentablemente pintarrajeados en los márgenes con todos los monigotes que delataban desánimo y falta de aplicación
Hoy, sin embargo, se está uno dejando la piel en estas palabras para que no haya en ellas una letra más grande que otra ni un trazo que no obedezca a las leyes sutiles de la caligrafía, que no son otras que las de la vida: deslizarse por ella sin dejar atrás ni muchos borrones ni demasiado señalados.
Lo de la letra es otra cosa. Del hecho de que no considere uno la suya como bonita, se suele ocupar el psicoanálisis o, en su versión económica, la literatura.


6 commentaires:

  1. Hace unos días recibí un libro por correo. Lo había pedido online a un vendedor norteamericano, intermediario de la librería británica virtual en la que se encontró. Me lo entregó el cartero, pero antes tuve que hacer un garabato con un puntero liliputiense en la ridícula pantalla de una máquina registradora, o cosa parecida.
    El día que por fin llegó ese libro, de paradero desconocido en las librerías españolas por las que deambulo en internet (las únicas que por aquí existen), volví a trabajar,y con el trabajo a redactar minutas, no pocas interminables. Nadie escribe así, a mano quiero decir. Todo se escribe con los teclados de los ordenadores, y todo aparece reproducido en sus pantallas, tan tipográficamente uniformadas.
    También empezó el curso en la Universidad. Siento que en clase le hablo al vacío. No al vacío en sí (con perdón), sino al otro, el que me acompaña mientras atronan los portátiles de los cada año más jóvenes alumnos, alumnas sobre todo (mayoritarias en mi facultad, y acaso todavía más jóvenes que ellos) ¿Y los apuntes? Los apuntes se almacenan en las nubes, por dios.
    Ahora, en casa, abro el libro que recibí ("Las tradiciones", segunda edición, La Veleta, 2002). Un libro de poemas, en realidad un libro de libros de poemas; los cuatro primeros de poesía (1979-1990) de Andrés Trapiello. Abro el libro, y en su Nota inicial (del año 1990) leo que le gusta pensar que "un poeta escribe siempre en un papel prestado y con plumas prestadas. Incluso escribe de prestado él mismo. De poeta a poeta sólo varía el trazo, la caligrafía". No lo creo, claro, y hoy menos que nunca: a mi, un lector mondo y lirondo, me gusta pensar que todavía hay poetas en Berlín. Y vaya si los hay, incluso hay uno muy cercano al que le tocó en suerte la caña de Virgilio, aunque esto de Virgilio y su caña a él le importe poco.

    RépondreSupprimer
  2. La caligrafía es una facultad del alma, mucho más que la sintaxis, que decía el otro. Tal vez sí, tal vez no. Yo mismo en muchas ocasiones no entiendo mi propia letra: otro motivo para un crucigrama-psicoanalítico. Dr. Pez.

    RépondreSupprimer
  3. Yo fui a un colegio muy friki , la mayoría de los profesores no tenían titulo , recuerdo que como castigo nos hacían rellenar caligrafías de Rubio , nos las vendía el director con una multa añadida , era un sinvergüenza muy grande pero yo le adoraba , recuerdo que nos cobraba una calefacción que no había y con 12 o 13 años nos llevaba de excursión a sitios donde había verbenas , él siempre ligaba y no le importaba que bebiéramos y fumáramos , al contrario íbamos al hotel a las 2 o las 3 , luego él volvía a salir a su aire , era un hombre atípico ( con 35 años y 5 hijos después de vender el Colegio se hizo medico , una proeza ) . Hará 20 años lo encontré en un pueblo donde ejercía de medico rural y el destino quiso me hiciera un favor vital que en aquel momento nadie hubiera podido . El gran hombre aún vive , don Agustin se
    llama , fue un gran maestro y mejor amigo .

    RépondreSupprimer
  4. La Smithsonian ha editado un libro de cartas manuscritas por escritores americanos llamado El arte de la escritura a mano .

    RépondreSupprimer
  5. Con la letra más bonita
    solo la muerte, muriendo,
    podría escribir la vida.

    RépondreSupprimer