10 décembre 2018

La maldita almendra (y 2)

REBOBINEMOS: la autoridad municipal restringirá el tráfico rodado por el centro de Madrid, en la famosa almendra, de modo que sólo puedan circular los residentes. La medida es copia de otras adoptadas en algunas metrópolis europeas y, supongo, se copiará en algunas ciudades de provincia. Como es natural, apenas anunciada, han empezado ya a oírse las primeras opiniones contrarias. Una de las más tontas es aducir que atenta contra la libertad de los ciudadanos. Es verdad. ¿Y? Sucedió cuando se prohibió fumar en los espacios públicos cerrados. La libertad de los fumadores se vio recortada, en efecto, en ese caso en favor de la libertad de una mayoría a la que no se podía imponer el humo de tabaco. La autoridad  municipal ha decidido ahora mantener limpio de emanaciones carbónicas el aire que se respira en la famosa almendra. 

En principio, bien: menos ruido, menos octanos, menos nervios. Tendrá para los que vivimos en el centro algunas desventajas (a nuestros hijos les costará más venir a visitarnos) y, es posible, algunas ventajas (acaso podamos dejar de nuevo en la calle nuestro coche, ahorrándonos el parquin). Pero el problema en el fondo no es ese, sino en lo que estamos convirtiendo el centro histórico de nuestras ciudades, el de Madrid desde luego: el imperio de la hostelería (bares, restoranes, hoteles y hospedajes clandestinos y espontáneos, que han acabado por desalojar al vecindario y al comercio tradicionales) y el imperio del comercio basura para turistas (que vienen a comprar a dos mil kilómetros lo que encontrarían sin salir de casa). 

Se limitarán los coches en los centros históricos de las ciudades, pero al tiempo la gentrificación los está llenando de bicis, patinetes, buses turísticos y masas que arrastran ruidosamente sus maletas y troles por las aceras, haciendo de esos centros algo igualmente ruidoso, desagradable, deprimente. Los coches nos contaminaban los pulmones, las multitudes nos contaminan el alma. Adiós a los tiempos en que el centro de las ciudades era silencioso, poético, tranquilo. Adiós a los tiempos en que se dejaba en paz la maldita almendra y algunos (Giner de los Ríos) podían ser pobres, refinados y distinguidos, sin tener que recurrir a Larra y a los consiguientes artículos de costumbres.

   [Publicado en el Magazine de La Vanguardia el 9 de diciembre de 2018]

13 commentaires:

  1. ¿"Restoranes"?
    Nadie dice "restoranes" señor Trapiello, que es un galicismo viejuno e innecesario. Existe el verbo castellano "restaurar", pero no existe como verbo castellano "restaurer". Hoy día hay que revolver mucho el arcón para encontrar hablantes que usen "restorán". Por Dios, escuche a su alrededor. Todo quisque dice "restaurante".

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    1. Vaya comentario tan memo. Asombra la estulticia del corregidor.

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    2. menudo argumento más bobo!precisamente porque todo el mundo dice "restaurante", hay que romper la costumbre de obedecer a ciertas normas ...a mí me parece estupendo contravenir lo establecido y provocar reacciones a lo "correcto" 🤣🤣🤣

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  2. restaurantes: once letras
    restoranes: diez
    10 a 11
    (y más fácil de pronunciar, sin diptongo)
    menos es más,
    y me encantan los arcones. de hecho tengo un libro que se titula el arca de las palabras.
    nunca dejan de sorprenderle a uno esxs lectores que no sólo van por la vida fijándose en chorradas, sino que además las publican.
    ah, y los correos y estos comentarios me gusta escribirlos sin hacer uso de las mayúsculas. por comodidad mía.

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    1. son "politicamente"correctos, o sea, aceptan las normas sin rechistar, no vaya a ser que los excluyan de la société😃😃😃😃

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    2. son "politicamente"correctos, o sea, aceptan las normas sin rechistar, no vaya a ser que los excluyan de la société😃😃😃😃

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  3. Jose Fuentes Miranda10 décembre 2018 à 18:58

    Son increíbles las palabrejas utilizadas por el señor Cayo (corto o largo): Reprocha a Trapiello que diga "restoranes", que es “viejuno” (¿y eso de viejuno?). Alecciona con "restaurar" y "restaurer". Y termina interpelando a un gran escritor: “Por Dios, escuche a su alrededor. Todo quisque dice "restaurante". Lo de quisque le ha quedado muy bien. Este señor Cayo parece que se escucha a sí mismo y hay que decirle, con palabras de don Quijote, que “toda afectación es mala”.

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  4. No parece que alguien haya evaluado la repercusión a largo plazo de estas radicales medidas. Sigo pensando que haberlas adoptado de forma paulatina hubiera sido más conveniente. El laboratorio de la ciudad exige que no se utilicen caprichosamente los tubos de ensayo. La historia nos demuestra que la excesiva programación fracasa porque de momento el hombre tiene alma. En su Unidad de Habitación de Marsella, el lúcido Le Corbusier creyó haber contemplado todos los escenarios, proyectando un edificio que ofreciera plena autonomía a sus moradores. Pero ellos mismos se encargaron de demostrar el rechazo a la imposibilidad de elegir libremente.

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  5. No puedo estar más de acuerdo. Las multitudes nos contaminan el alma. Lo mismo está ocurriendo en Sevilla...

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  6. No deja de tener su gracia. Pero hombre, ¿cómo no usa usted "venta", igual que en el Quijote? Son solo cinco letras, menudo ahorro.
    Pero ¿qué hago?, si estoy perdiendo dinero. Debo decir: son solo 5 letras.
    Afectuosamente.

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    1. De vez en cuatro asoma el hocico por este foro algún mosquito. Echa su cagadita con muchísima gracia luego y se marcha a limpiarse el culo o a que se lo limpie otro mosquito más listo.

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  7. Suelo ver "La hora cultural" en el canal 24 horas y hace un rato he recibido la agradable sorpresa de encontrarme al Sr. Trapiello, entrevistado sobre su reciente libro de El Rastro. Aunque el presentador ha estado más flojo que habitualmente, Andrés supo contar hasta lo que no le preguntaban. Y lo hizo de forma interesante y amena. Eso no supuso ninguna sorpresa. Así que mi felicitación más afectuosa.
    .

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  8. Buen entretenimiento este que nos ocupa. A mi entender cuando algo no se entiende, con la mayor corrección posible se pide la oportuna aclaración y problema resuelto. Y esto creo que nos podría servir ahí en Madrid, allá en Extremadura y aquí en Barcelona.

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