YA han saltado al terreno de juego. Nadie va a jugar con ellos ni contra ellos. Tienen para sí todo el campo, y se hinchan a meter goles en la portería vacía. Lo más gracioso es cómo los celebran, echándose encima unos de otros, abrazándose, desgañitándose, levantando los brazos y corriendo por el campo, vacío de contrarios, para enardecer a las gradas, abarrotadas de seguidores y entusiastas que corean exultantes: "¡Este partido lo vamos a ganar!". Y todo a un paso del manicomio.
YA han puesto sus pies en el ruedo. Hacen el paseíllo entre vítores. Abren la puerta de corrales, pero no sale ningún toro. Da igual. El torero de turno sale a los medios y empieza a pegar pases de salón, al aire, recreándose en la suerte. Lo más gracioso es cómo los celebran en las gradas: "¡ole! ¡olé! ¡ooooolé!", y abrazándose, desgañitándose, echándose las manos a la cabeza, incrédulos, pletóricos: "¡Torero, torero, torero!", mientras una pañolada blanca, unánime, pide para el maestro las dos orejas y el rabo. Y todo a un paso del manicomio.
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YA han puesto sus pies en el ruedo. Hacen el paseíllo entre vítores. Abren la puerta de corrales, pero no sale ningún toro. Da igual. El torero de turno sale a los medios y empieza a pegar pases de salón, al aire, recreándose en la suerte. Lo más gracioso es cómo los celebran en las gradas: "¡ole! ¡olé! ¡ooooolé!", y abrazándose, desgañitándose, echándose las manos a la cabeza, incrédulos, pletóricos: "¡Torero, torero, torero!", mientras una pañolada blanca, unánime, pide para el maestro las dos orejas y el rabo. Y todo a un paso del manicomio.
Futbolistas, toreros y también muchos payasos representando desde el escenario del desafío este esperpento ridículo frente a los panolis parroquianos, mientras los de la pela y la burguesía siguen inhibidos escandalosamente en sus confortables residencias ante la trágala de que Anna Gabriel sea la líder de su futuro. Quién les iba a decir no mucho tiempo atrás que tirarían la toalla tantos años empapada por las manos veloces que contaban los dineros.
RépondreSupprimerY también mientras la mayoría de los personajillos de la cultura mantienen un silencio cochino, temerosos de que la clientela catalana les vuelva la cara. Desde sus guaridas aguardan expectantes. Cuánta miseria estamos viviendo en esta época, como si no fuera suficiente atragantarse con la corrupción y las trampas de los trileros. Ahora, con la carta lamentable que Puch y la otra lideresa han enviado para tantear una salida negociada que permita el plebiscito, no pocos de los intelectualoides se aprestarán a certificar la validez de esa iniciativa, redondeando el razonamiento con el argumento de que al final se intentó pactar pero el pérfido Rajoy no se avino. La culpa fue del inaccesible gobierno, negado desde el principio al diálogo. Y sonarán los aplausos de infinidad de papanatas.
Hablando hace unos días de todo esto con un amigo, me decía: "Recuerda el sabio aforismo de Jorge Wagensberg, que aquí va como anillo al dedo: "Hay cosas que deben acabar mal porque, si no, no acaban."" La cosa ahora creo que es intentar minimizar ese mal inevitable. Ya advirtió Ortega que arreglarlo propiamente este problema no se puede arreglar, que a lo que más podemos aspirar es a conllevarlo. Pienso que es así, que sería una extravagancia pretender acabar con un problema como éste, que viene de tan largo. Al menos en el sentido de 'acabar' sin tener que llegar a salirse de los genuinos medios políticos y legales, que es la única forma humana y ciudadana de acabar con los problemas; sin tener que llegar a emplear la política en aquella su otra dirección que lleva hacia la bien conocida y acuñada “continuación por otros medios”.
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RépondreSupprimerHa elegido usted la prudencia con sensatez atrasada. El anuncio de Anís del Mono no cabe en este espacio, so pena que AT decida cobrarlo.
SupprimerNo le entendí, disculpe mi torpeza.
Supprimerhttps://paraguascongoteras.blogspot.com.es/2017/09/el-parto-en-la-cocina-sobre-el-reto.html
RépondreSupprimerMi (salomónica) propuesta para el problema catalán, por si a alguien le interesa. Versión más reducida.
Y por lo que veo, El Mono también se anuncia en el blog del antipático García Martín. Qué infantiles afanes de notoriedad, señor Bonifacio, que cólico de pedantería provinciana le nubla la sesera. Tómese una copa de orujo y ponga a dormir sus inquietas neuronas antes de que se le avecine la diarrea total.
SupprimerAgresividad sobrante, injustificada, extraviada.
SupprimerInsultos gratuitos y menosprecio exento de sentido común. Como se dice en español, "¿a qué viene esto?".
No hay ningún insulto, Dino crítica y reproche por la tontería de proponer en foto ajeno que entremos en el suyo para conocer su genial solución al contencioso. Tontería y chiquillería, inadmisibles en un espacio serio.
SupprimerGracias por la publicidad de su reacción rabiosa. Eso excita la curiosidad de muchos siempre, aunque yo no busco eso.
Sí que están feas las cosas, cuando una propuesta de conciliación (como la mía) inspira semejante odio, sea o no acertada.
La delación no es elegante. Y “denunciar” mi expresión libre (y moderada) en otros foros, es ridículo.
Yo no tomo alcohol, gracias. Ni anís, ni orujo. Eso hace que pierda uno los nervios…
Gracias Selene por definir bien al anónimo.
Supprimerhttp://www.libertaddigital.com/cultura/cine/2017-09-17/el-polemico-cartel-de-netflix-para-anunciar-la-pelicula-fe-de-etarras-1276606009/
RépondreSupprimerAquí lo tienen, otro signo más de gracia humana, una nueva generosidad de la naturaleza humana universal, sin clases: la suma sustractiva para que todo el mundo se sienta bien, se sienta en su casa habitable, en el glorioso planeta que es la Tierra.
Dirán que el cartel es sólo una polémica artística, Felipe. Una metáfora y no una verdadera toma de postura. Y lo peor es que es verdad: no es ni arte ni política, es una mezcla de ambas cosas.
SupprimerPero eso es lo deletéreo de veras: la frivolidad que se está usando.
Porque como dijo Mary Poppins (ya que me llaman inmaduro): “Con una cucharadita de azúcar la medicina entra mejor”.
Derribo de estatuas de Colón, carteles…
La táctica de ir mermando al enemigo a suaves golpes. Como boxeador escurridizo o yihadista en furgoneta.
Está claro que los buitres acechan, aunque no basta lamentarse. Hay que hacer algo por medio del consenso. Como dije en mi “inmadura” propuesta, la constitución no debe ser una losa que asfixie la voluntad de nadie. Pero tampoco hay que forzar ningún atajo (aunque se use alguno) ninguneando la Carta Magna española como si fuese un vulgar pisapapeles. Tal como pretenden los que lo quieren todo, ahora y fácil.
Eso sí que es “infantil”.
Habría que reconocer que durante muchísimos años el amplio arco de la izquierda encontró muy democrático el devaneo independentista asumiendo que cada una de las naciones que componen España tenía"derecho a decidir". El planteamiento resultaba tan guay que solo era rechazado por la derechona recalcitrante. Ahora toca recoger la generosa cosecha de tan esforzada siembra y solo ha hecho falta que una tal Gabriel y un tal Junqueras se pusieran en marcha, con la aquiescencia pusilánime de esa mal llamada mayoría silenciosa.
RépondreSupprimerEl problema catalán jamás tendrá solución, por mucho que se intente pactar el dos de octubre y aunque la Constitución se reforme indignamente para acomodarla a los diferentes intereses nacionalistas.
Como en muchos aspectos de la vida, habrá que asumir esta tendencia hispana al placer del descarrilamiento perpetuo.
Pregunto: ¿Mariano Rajoy no tienen ninguna culpa? Si tan malos eran los artículos del estatuto que recurrieron por qué no hicieron lo mismo con los de Andalucía que eran idénticos.
Supprimer"Los héroes de la libertad de los pueblos no sienten el menor interés por la libertad de las personas" Son un auténtico problema sobreañadido a las dificultades objetivas que presenta para todos la vida. Son una ruina voluntaria y sin sentido añadida a los terremotos. Hay que luchar contra la posibilidad de que entren en nosotros como una extensión del desierto y la desolación que avanzan. No hay que perder el ánimo. Supongo que, salvando las distancias, está en el mismo orden de cosas de lo que hacen, al sobreponerse a su propia depresión, los que van a levantar escombros tras el terremoto. La fantasía interior permanentemente quiere huir de la realidad y reclama jugar con lo distinto y mejor que sería todo si el desastre no hubiese ocurrido.
RépondreSupprimerA los dos años del famoso mitin de la Plaza de Toros Azaña entraba en Barcelona entre aclamaciones delirantes. Los catalanes, enardecidos, rodeaban el coche en que iba el presidente del Consejo acompañado del primer Presidente de la Generalidad y vitoreaban enardecidos al hombre que iba a llevarles su estatuto. Yo no he oído nunca una ovación tan impresionante como la que los catalanes tributaron a don Manuel Azaña cuando éste se asomó al balcón de la Generalidad en la mañana del día 24 de septiembre de 1932. Y Azaña les dirigió la palabra tranquila y serenamente. Estaba emocionado: pero conservaba la cabeza fría, y por eso no hizo nada de lo que suele hacerse para halagar a la multitud, sino todo lo contrario. A aquellos catalanes enardecidos que le aclamaban les habló de Castilla con un amor y con una emoción tan grandes, que ellos comprendieron inmediatamente todo el valor de lo que aquel castellano viejo había hecho por una región que no era la suya. Y sin que les halagase en su discurso lo más mínimo, le aplaudieron cada vez con más firmeza. Al terminar el discursos, y cuando todo el mundo esperaba el ¡Viva Cataluña! de rigor, Azaña solamente dijo:
RépondreSupprimer-Catalanes: ¡Viva España!
Fue un momento de angustia para los que estaban detrás de él en el balcón de la Generalidad. Poca gente se había atrevido a gritar así, a cuerpo limpio, un ¡Viva España! ante una muchedumbre de catalanes enardecidos. Pero aquella inquietud duró solamente una fracción de segundo, porque los catalanes contestaron aquel viva con toda su alma. Aquel gesto valiente y lleno de dignidad fue uno de los más grandes éxitos del político don Manuel Azaña.
CRÓNICAS DE LA REPÚBLICA
Josefina Carabias
Yo aconsejaría un poco de prudencia en el uso de ciertos términos. Hablar de "el problema catalán" parecería indicar o que Cataluña misma es un problema, o que hay allí un "problema" que afecta a todos los catalanes. Lo cual es muy discutible, y me recuerda al lenguaje de ETA, empeñada en hablar a toda costa del "conflicto" vasco. (Como se ha visto, el verdadero problema vasco era la propia ETA; desaparecida o hibernada, las cosas han vuelto a cauces muchísimo menos "conflictivos").
RépondreSupprimerEl "problema catalán" se reduce, a mi humilde modo de ver, a que un cierto independentismo cerril y montaraz se ha empeñado en imponer a la población entera catalana (entre la que NO ES mayoritario, como de ha demostrado repetidamente) su propia y exclusiva (y, sobre todo, excluyente) concepción de Cataluña, saltándose para ello cuanta exigencia democrática les salga al paso. Empezando por el propio Estatuto, cuyos "recortes" (muchísimo menores, de paso, de lo que pretende su propaganda), según ellos mismos, desencadenaron todo esto, y que deja claro que cualquier modificación del propio Estatuto requiere una mayoría de 2/3. Mientras ellos pretenden derogar el entero Estatuto (y la Constitución española, de paso, que en Cataluña apoyó en su día más del 90% de los votantes) con una mínima mayoría parlamentaria.
O sea, no un "problema catalán", sino el intento de ese independentismo cerril que decía de imponer a toda la población un golpe de Estado jurídico y político. Y hacerlo además utilizando como supuesto intrumento de validación indiscutible un referéndum cuyas garantías democráticas dudo mucho que superasen los controles del país más negligente del Tercer Mundo.
En resumen: hay ahora mismo un problema en Cataluña, como lo había en el País Vasco (se llamaba ETA), pero NO HAY (y ya les gustaría a esos cerriles que lo hubiese: de eso viven) un "problema catalán". No confundamos los términos: es hacerles el juego.
No encuentro la imprudencia que usted que me reprocha. Denominar problema catalán al problema que existe en Cataluña es sintácticamente correcto, sin que por ello se esté incluyendo a la población entera.
SupprimerYo también usé la expresión "problema catalán". Coincido con José Cancio en que técnicamente es correcto. Pero es verdad que quizá sería más preciso decir "problema en Cataluña" para evitar lecturas extremas.
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