ME pregunto, igual que otros entusiastas de los Episodios nacionales, cómo novelaría Galdós los acontecimientos presentes y qué título le daría a esta entrega. Es imposible arrogarse el talento de don Benito, pero no hubiera sido extraño que lo titulara así: La Sagrada Familia, el antifaz con el que hemos sabido hoy que operaba la familia del Presidente de la Generalidad Jordi Pujol en el paraíso fiscal andorrano. La realidad siempre supera al arte (véase, si no, a su sucesor, Artur Mas, retando jactancioso a las cámaras de tv el 9N: "mírenme a mí, yo soy el único responsable", para acabar tres años más tarde, hace una semana, sollozando ante las mismas cámaras: "fuimos nueve quienes nos pusimos delante de dos millones de catalanes, y no es justo que paguemos sólo nosotros con nuestro patrimonio; por favor, dennos algo". La escena fue mucho más simpática cuando Lola Flores, multada por Hacienda, pidió una peseta a cada español para salir de aquel atolladero).
¿Y empezar? ¿Cómo empezaría Galdós esa entrega titulada La Sagrada Familia? Supongamos que así:
"Todo empezó con un "España nos roba" que sólo encubría, cuando no quedaba ningún 3% más que robar en Cataluña, un "Vamos a robar a España", aprestándose desde ese día a saquear su soberanía, sus libertades, la igualdad de sus ciudadanos, su Constitución, sus leyes, y, claro, la parte privilegiada de su pib...".
Descabezada la insurgencia, la Sagrada Familia encomienda su futuro a santa Rita mientras las huérfanas almohadas acogen los últimos pijamas. Así las cosas, Pedro Sánchez telefonea a Rajoy para postularse como nuevo presidente de la Generalidad. La receta es dialogar, dialogar y dialogar, Mariano, le dice inflamado de fervor político. Y yo soy el único capaz de conciliar sensibilidades confrontadas. Mi habitual "no es no", será en este caso "no puede ser sí". Tú déjame a mí y a Meritxell.
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