ES el libro de Bernal Díaz del Castillo, como decíamos el otro día, venero inagotable de vida y de una lengua que entonces se vigorizaba al paso de una gesta a la que sólo encuentra parangón Bernal en las de Alejandro. Claro que la suya es también la crónica de la codicia de unos hombres que, enloquecidos por el oro, no dudaron en perseguir, asesinar y sojuzgar a miles de indios con tal de arrebatárselo, amparándose en débiles argumentos, como que también los indios perseguían, asesinaban y sojuzgaban a otros indios, al tiempo que tenían la fea costumbre de sacrificarlos a sus dioses y comerse ellos mismos las sobras, en muchos casos después de haberlos sometido y embudado, vicio nefando.
Con ocasión del discutible proceder de Hernando Cortés a la hora de repartir las indias, que se reservaba para sí las más jóvenes y hermosas, empezaron a aparecer grafitis anónimos contra él en los muros de las casas de la ciudad, obra de sus soldados. Cortés, hombre difícil de arredrar, salió al paso, dice Bernal Díaz, no sin donaire, aclarando que toda la razón que pudieran llevar en la denuncia, la perdían escondiéndose como cobardes en el anonimato: "Pared blanca, papel de necios", denunció.
Deberíamos tomar nota. Nada hay nuevo bajo el sol, pues vemos que aunque las paredes sean unas de cal y otras de silicio, siempre habrá alguien lo bastante perro que las encuentra adecuadas para tirar la letra y esconder la mano.
Palermo, 10 de abril de 2012 |
Como en otros muchos aspectos de nuestra caduca civilización, el grafitero artista que se sirve de sus dotes con el aerosol para sacudirnos la modorra con cierto interés, se ve denigrado a menudo por toda una suerte de gamberros que sin saber qué pintar levantan la pata para echarnos su meada ácida.
RépondreSupprimerParece que Esperanza Aguirre, afectada con demasiada frecuencia por una vieja enfermedad llamada lengua larga, confunde a unos grafiteros con otros, como también evidencia una preocupante ignorancia y ligereza al emitir simplonas opiniones sobre la arquitectura.
Gran problema el de juzgar sin conocimiento; un vicio muy español, por cierto. Pero callar cuando se carece de criterio nos hace inferiores, una situación que los acomplejados no pueden soportar. Se debe, entonces, prodigar la verborrea como escudo ocultador de las carencias culturales. El premio será escuchar reconocimiento de los emboscados palmeros.
Tal vez la inculta gobernanta se merezca una meadita en su puerta para conocer el repelente olor de su acidez.
Es que, lo de Cortés, reservarse para sí las indias más jóvenes y hermosas, don Andrés, no es solo que sea poco cortés,claro, es que quizás sí merezca un buen graffitti: bajo el adoquín del conquistador, la playa de las indias
RépondreSupprimerCortés tenia espiados sus hombres y nadie se atrevía lógicamente a dar la cara ni decir la palabra "no " ya que la disciplina y el orden se cumplía bajo pena de muerte .
RépondreSupprimerLa clave del éxito parece ser " la Malinche " , interprete y concubina que le permitió intrigar , dividir y corromper a diferentes caciques
Chao
Dicen que Hernan era un emprendedor que financió su empresa, era de ley que buscara beneficios y tampoco podia regalar esclavos o mujeres ( más valiosas )a cualquier buscavidas. No creo fuese un sanguinario , eso sí llegó con unos recortes extremos para los indiginas , la esclavitud estaba bien vista . Lo cierto es que tenia madera de heroe y se la jugó.
RépondreSupprimerCervantes dijo de él en el Quijote..¿ quién barrenó los navios y dejo seco y aislados los valerosos españoles guiados por el cortesisimo Cortés en el nuevo mundo ?
saludos
Sobre la conquista he leído el Diario de Bernal pero también una novela de Salvador de Madariaga, Corazón de piedra verde, creo era un clásico de los españoles exiliados; ha llovido mucho y la recuerdo muy poco, pero una que me impresionó es El Dios de la lluvia llora sobre México de Laszlo Passuth un escritor húngaro. La Malinche fue además de su concubina, su traductora y no había que intrigar nada, el imperio azteca era sanguinario y cobraba unos impuestos altos, se llevaba a las mujeres más hermosas muchas veces para ofrecerlas a unos dioses siempre sedientos de sacrificios humanos y los tlascaltecas -por ejemplo- estaban hartos de los abusos y fueron ellos quiénes hicieron alianza con Cortés.
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