GLOSÁBAMOS ayer a Amelia Valcárcel a propósito de la palabra modisto, y decía ella: sígase el razonamiento. Y a ello vamos
Que detrás de muchas palabras hay ideología lo prueba "poetisa".
Es un femenino que desaprueban y rechazan en la actualidad la mayor parte de las mujeres que
escriben poesía, pues saben que en esa palabra ofensiva y caricaturesca, frecuente hasta los años setenta del pasado siglo, se escondía a menudo el desprecio de
aquellos varones que consideraban la poesía escrita por las mujeres poco más que un bordado (*). Ahora, es legítimo guardarnos en el arca de palabras viejas poetisa y
aun poetiso, por dos razones: porque harberlos haylos, unas y otros, y porque nunca se sabe si la llegaremos a necesitar un día, no en función del género, sino del degénero poético.
(*) No confundir con lo que decía JRJ, primero en hablar aquí de Emily Dickinson o de poner en el otro platillo de la balanza romántica, junto a Bécquer, a Rosalía de Castro, o de señalarnos a Teresa Wilms Montt como "perdurable": "En cuanto a las poetisas, se las tendrán que entender con Apolo y con las musas marimachos".
(*) No confundir con lo que decía JRJ, primero en hablar aquí de Emily Dickinson o de poner en el otro platillo de la balanza romántica, junto a Bécquer, a Rosalía de Castro, o de señalarnos a Teresa Wilms Montt como "perdurable": "En cuanto a las poetisas, se las tendrán que entender con Apolo y con las musas marimachos".
El Rastro, 26 de enero de 2012 |
Lo que pasa con la palabra poetisa es que es, básicamente, fea. Fea por el significante, no por el significado. Recuerda a papisa (mujer papa) o sacerdotisa (mujer sacerdote), palabras todas ellas sonoramente horribles.
RépondreSupprimerNo parece estar del todo claro que sacerdotisa sea el femenino natural de sacerdote. En la tradición judía y cristiana no se contemplaba esta posibilidad, porque la opción femenina no existía. Se hablaba, sin embargo, de "monacato femenino" para designar la vida comunitaria de las monjas en sus conventos.
SupprimerEl término tiene propiedad aplicado a las sacerdotisas de la Grecia Clásica, y de otras culturas con ritos "mistéricos" similares.
Se ocupaban, estas mujeres, de la vigilancia y protección de los templos; pero sobre todo eran guardadoras de lo sobrenatural y poéticas mediadoras de lo sagrado.
Tendría, de requerirse un femenino de sacerdote, que inventarse un término nuevo que no desvirtuase el de "sacerdotisa", con su aire, en cierto modo, alegre y pagano.
Hombre, lo de que sean o no palabras horribles pienso yo que depende más de la costumbre que de otra cosa. En todo caso, existen sacerdotes mujeres en confesiones distintas a la católica, y no es descartable que alguna vez llegue a haberlas en ésta (aunque sospecho que ninguno de nosotros lo verá). Y, entre sacerdotisa y "sacerdota", la verdad, yo me quedo con lo primero. Respecto a Papa, entiendo que la terminación en "a" de la palabra haría fácil aplicarla (si alguna vez se da el caso) a ambos sexos. Porque la alternativa que se me ocurre, es decir, la Mama, como que no quedaría demasiado bien, aparte de prestarse a largas chanzas.
RépondreSupprimerEstaba yo en 1º de BUP de un Instituto Femenino de Enseñanza Media. De todo chicas aún los había públicos. Empezaba el curso 78-79 y al día siguiente de ser elegido Papa Wojtyla, en clase de Lengua el profesor hablaba del Tema 1º, Teoría de la Comunicación (algo así). Para explicar la cantidad de información de un mensaje según lo esperado o inesperado de sus datos, el profesor, muy progre –había estado de verdad en el París de mayo del 68–, aprovechó la actualidad para escribir en la pizarra con grandes mayúsculas unos ejemplos a los que una a una nosotras tendríamos que poner el número de “bites” que nos pareciera mejor; por el follón, los números los puso él nada más cuando la cosa se calmó.
SupprimerEl responsable del alboroto fue el último ejemplo, protagonizado por una bailaora y actriz de la época. Aquello revolucionó la sensibilidad de las casi 30 muchachas de aquella mañana. A mí no mucho, la verdad.
Eran como titulares bien grandes del periódico de aquel mismo día:
NUEVO PAPA, 16 bites.
PAPA POLACO, 320 bites.
LA POLACA, MAMA, 6.400 bites.
Mi experiencia erótica era por entonces bastante escasa. Por eso no entendía la polémica de Yolanda con el profesor progre para que éste pusiera cuanto antes una coma entre las palabras POLACA y MAMA. Nos dijo que en los grandes titulares de los periódicos solía evitarse la puntuación, pero que había que ponerla por ser gramaticalmente lo más correcto. Muy perita aquel profesor, aparte de progre. Lo pasábamos bien con él. Y él con nosotras.
La percepción de que la palabra poetisa, opción femenina de poeta, tenga carga ideológica discriminatoria parece reciente. En la Grecia Clásica las mujeres creadoras de poesía eran poetisas. También se emplea este término en el Siglo de Oro: Lope de Vega habla de la "Corina" de su tiempo, la poetisa peruana "Amarilis”, anónima y de misteriosa identidad, aunque deja entrever su condición de mujer y monja.
RépondreSupprimerEl sentir poético nada tiene que ver con el sexo. Tampoco la poesía es algo que se escriba para ser publicado. Por lo menos no es esa su función.
¡Qué más da ser llamada poeta o poetisa! Ni una cosa ni la otra, sino todo lo contrario. Siempre a vueltas con los nombres. ¿Quién es poeta o poetisa? No diremos "poetiso", porque eso ya supondría rizar el rizo de la estulticia.
Cada ser humano, los niños con frecuencia, puede tener en algún momento esa mirada poética. Poeta es quien aspira a más realidad propia en su vida. Hay poetas ágrafos a los que sería interesante preguntar cómo prefieren que se les llame. No hay, ni puede haber una estadística de los poetas existentes, de los seres humanos que aspiran a una vida más ética y estética, porque el anonimato es, para el bien de la propia poesía, frecuente.
Parece que siempre lo más verdadero tiene que pedir disculpas y ocultarse; "el hombre siempre a las puertas de sí mismo", que decía Canetti.
Ofenderse de manera visceral por las palabras, puede indicar falta de consistencia, en el sentido etimológico del término. Siempre la maldición del "ego" persiguiéndonos. No hay un enemigo más feroz del verdadero sentir poético.
La poesía zen es particularmente esencial, como pureza de la mirada que no sabe de sí misma.
Así en este haiku :
Recuérdame
como alguien que amaba la poesía.
Y los nísperos.
Las descendientes (¿descendientas?)de aquellas mujeres que sentían desprecio machista cuando las llamaban poetisas, no tiene ahora ningún reparo en aceptar los cargos de gobernadora, alcaldesa, concejala y hasta el malsonante de diputada.
RépondreSupprimerEl pasado julio, en un juicio, cometí el ofensivo lapsus de llamar a la fiscal (¿mejor fiscala?) señorita, en vez de señoría. La jueza me amenazó con expulsarme de la sala si volvía a incurrir en semejante falta de respeto. Tan verídica es esta historia como la casualidad de que una de ellas se pareciera a la heroína Maribel Verdú y la otra a la inefable Isabel Coixet, madre de todas las batallas.
Yo no puedo estar seguro de si una mujer ve el mundo igual que el hombre, no digo ni mejor ni peor. No ya solo por lastres culturales sino por condicionantes naturales. Serán siempre para mí tan incomprensibles como fascinantes, tan ridículas como ejemplares. A un hombre, como yo, lo calo al momento. Una mujer siempre presenta pliegues inesperados que me desconciertan.
RépondreSupprimerDe lo que conozco existe una poetisa a la altura de Boreges , Corso o Juan Ramón , es polaca y esta llamada a crecer como la espuma porque gusta a propios y extraños . Como muestra un botón
RépondreSupprimerWISLAWA SZYBORSKA , de unas palabras sobre la pornografia :
No hay peor lujuria que pensar.
Es pura lascivia que se propaga cual hierbajo anemófilo
por los partierres destinados a las margaritas.
Nada hay sagrado para los que piensan.
Con descaro llaman las cosas por su nombre,
elaboran analisis disipados y sintesis concupiscientes,
se entregan a la salvaje y libertina persecución de la verdad desnuda .
es un largo poema , la verdad desnuda y el descaro para llamar las cosas por su nombre es la obligación que tenemos los que escribimos en Internet si queremos mejorar en nuestros comentarios y reforzar nuestra afición .
saludos
He aquí un claro ejemplo de construcción ideológica del lenguaje (como si fuese posible una construcción del lenguaje que no naciese de la ideología). ‘Poeta’, ‘pianista’, ‘instrumentista’, etc son palabras cuya última letra coincide con el morfema de género femenino, pero todos damos por masculino. En estos casos, debieron ser los hombres quienes buscasen con mayor o menor acierto su morfema de género: ¿‘poet-o’?, ¿’poet-iso’?, pero “el poeta” prefirió degradar a la poeta a la condición de ‘poetisa’ antes que aceptar que ella escribía tan bien o mejor que él. Del mismo modo que siendo sagrado el ministerio divino ‘sacerdote’ devino en ‘sacerdotisa’ para dejar claro que sacerdo, lo que se dice sacerdo, solo se puede ser con dos razones: hombre y elegido por dios.
RépondreSupprimerY una nota final ¿por qué las palabras ‘juez’, ‘concejal’ o ‘general’, sin carga de género, han pasado a ser patrimonio de los hombres y estos han relegado el femenino a ‘juez-a’, ‘concej-al-a’ y ‘gener-al-a’? ¿Por qué no “la concejal” y “el concejalo”, “la juez” y “el juezo”, “la general” y “el generalo”? Que los ‘sexudos’ académicos de la lengua lo razonen.
Muy interesante reflexión. Prodíguelas...
SupprimerLa realidad humana es a menudo bien torpe; la demasiado humana lengua no puede sino plagiar las torpezas. Mucho no hay que razonar.
Supprimerlas poetisas están todAS LOCAS ¿o no don Andrés?
RépondreSupprimerCuantas más opciones haya mejor , que cada cual elija lo que crea conveniente . Poeta y poetisa son sinónimos y escritora vale al uso de igual manera . Utilizar sinónimos forma parte de los recursos de quien escribe y una riqueza del lenguaje que evita redundancias . Hay que poner en la palestra nuevas palabras para aumentar el vocabulario y el nivel de compresión de lectura ( el gran enemigo de la Literatura ) .
RépondreSupprimerTodos los escritores resultan cuerdos y las mujeres más ya que tienen mayor exigencia y se las ha mirado con lupa . En cambio muchos escritores extravagantes triunfaron y son iconos , cuando un escritor cae en una adición (opiácea o similar ) siempre les queda una impronta imposible disimular como les pasó a Capote , T. Williams o W. Burroughs entre otros .
Chao
Se da por supuesto que el lenguaje es el resultado filogenético, digamos, de las sucesivas ideologías. Evidencia que puede hacerse extensiva a los demás ámbitos de la vida, al ir creándose la lengua a la par de sus manifestaciones.
RépondreSupprimerYa Dios, en un principio, nombró, y ese primer "nombrar las cosas" podría haber ido acompañado de una cierta graduación en la "dosis de realidad" concedida. Creó al varón, y fue lo sustantivo. En los comienzos, recién creado, no tuvo arte ni parte, aunque parece que sí en el juego posterior.
Luego, "el poder" siguió nombrando, concediendo "realidad". Y no sólo las mujeres quedaron excluidas del "nombre", también los niños tuvieron parecida suerte. ¿Que el propio "poder" haya sido víctima irredenta de sí mismo? Muy posible.
Las palabras: Juez, concejal, médico, general, acuñadas cuando ni remotamente se contemplaba a la mujer desempeñando esas funciones. No parece tan decisivo entrar en consideraciones gramaticales cuando situaciones tan palmarias decidían la morfología de las palabras. A realidad injusta, lenguaje injusto en correspondencia. Visto así el asunto, ¿Cómo esperar del "poder", en cada uno de sus momentos, una reflexión sobre la justicia de los "nombramientos"? Si hubiese existido esa reflexión estaríamos hablando de otra evolución distinta de la humanidad, y estas disquisiciones estarían de sobra.
Mejor poeta que poetisa, aunque sólo sea por cuestión fonética. ¿Y soldado?... ¿soldada? La propia lengua viene en nuestra ayuda y resuelve limpiamente el problema: "soldada" imposible, por lo de sueldo… ¡Que los dioses nos libren de las trampas ciertas del lenguaje y sus dudosas y discutibles connotaciones! Porque la luz divina tendrá que ser guía de nuestras prioridades en la vida, y no los señores y señoras reglamentistas de la lengua.
Conviene tener cierta cautela en esta labor "deconstructiva" del lenguaje para saldar cuentas con la historia. Quizás el restablecimiento de la justicia dependa más de otros aspectos más sustanciales. No esperar demasiado de la gramática en beneficio de la un poco arrinconada metafísica.