EN estas dos fotos se compendian formas de entender la vida, y aun la literatura, muy distintas.
En la primera de ellas, muy conocida, de Alfonso, se ve a Valle tumbado en un medio sofá o medio cama, y aunque la calidad de esta reproducción no permita verlo con nitidez, el verdadero protagonista no es en ella el escritor, sino... la suela de ese zapato, agujereada. Jamás se ha mostrado en una sola imagen tan claramente la tragedia de la bohemia española. Por ese sumidero parece írsele a Valle toda su prosapia heráldica, camino de la alcantarilla. Que Valle conocía ese estigma de su pobreza es cosa fuera de toda duda. Se lo encontraría cada mañana al ponerse los zapatos, sin duda lo sentiría en su propio pie cada vez que lloviera, cada vez que, volviendo a casa a altas horas de la madrugada, tuviese que pisar los charcos de las mangas de riego. Alguna piedra, de las que abundaban en tantas calles del Madrid de entonces, le recordaría de viva carne el calvario que tenía que recorrer cada día un poeta puro como él hasta el Gólgota de la inmortalidad. Pero podía vivir tranquilo y sin menoscabo de toda su dignidad, porque, caminando, de pie, incluso sentado, nadie advertiría hasta qué punto era sacrificada su vida dannunziana, inmolada en el altar del arte por el arte. De haberse acordado entonces, mientras posaba para el fotógrafo, que iba a quedar tan en primer plano su vergonzante y arrastrada existencia, es seguro que Valle se habría cambiado de zapatos (si acaso disponía de otro par) o de pose (de estas tuvo muchas). Pero se olvidó de ello. Lo que quedó fue esta fotografía, acaso el retrato que mejor le retrata a él y a la España de entonces, una España en la que abundaban los palacios que apenas tenían fachada (Valle-Inclán es el monumental obradoiro de la literatura española), de magnífico portalón siempre cerrado, y una oscura gatera abierta día y noche para los deformes y sombríos espíritus de la raza, como en los espejos deformantes de aquel célebre Callejón del Gato en el no hacían más que entrar y salir toda la pobretería y la locura españolas juntas.
De la segunda de las fotos, la de Galdós, se hablará mañana.
De la segunda de las fotos, la de Galdós, se hablará mañana.
Que gran jinete era don Ramón , dijo Belmonte , parecía un centauro . Hace poco escuché a Carlos Fuentes : Valle Inclán fue continuador del surrealismo que creó Cervantes y remató Buñuel .
RépondreSupprimer¡Qué fotos, qué buenas!
RépondreSupprimerHoy en día a este tipo de fotos indiscretas se las llamaría robadas o incluso pactadas para buscar algunas rentas, pero no creo que Valle ni acordara un puñado de pesetas ni ignorara que el agujero de su suela quedaría recogido por una cámara inoportuna para la posteridad. Más bien pienso que saboreó unos segundos de exhibicionismo, calculando además que muchos como nosotros comentaríamos el asombro, para mayor gloria de su leyenda. Picasso también disfrutaba apareciendo con aspecto de menesteroso, para cumplir canónicamente con las exigencias del genuino bohemio. Si situamos la memoria en su época recordaremos que no era precisamente pobre cuando se dejaba retratar medio desnudo y en chanclas, cual artista maltratado por la vida. Con el sablazo con que chantajeó a la República para pintar el Guernica, digo yo que algo de ropa podría comprarse el pobre.
RépondreSupprimerLa condición de bohemio sigue siendo atractiva, como fascinante es lacomedia. Actores, cantantes y cineastas suelen mezclarse en manifestaciones o mítines con los compañeros y compañeras del pueblo llano. Luego, aún con la chupa agujereada y unos pantalones vaqueros deshilachados de pana raída se retiran a sus mansiones o a sus hoteles de cinco estrellas a brindar por la democracia con rioja del caro. Exagero, la verdad es que, como ellos dicen, no tiene nada que ver un cosa con otra.
Qué pintan aquí Picasso y los cantantes actores y cineastas. ¿Por qué los de izquierdas no pueden tomar rioja del caro? Basta ya de demagogias baratas, el sentimiento de izquierda no está reñido con los placeres. O es que sólo los de derechas tienen derecho a ellos. Se puede estar en una manifestación con la gente humilde, y la vez ir a un hotel de cinco estrellas, beber no solo riojas, sino riberas, somontanos, prioratos etc. etc. El buen gusto suele ser cosa de personas sensibles, y que yo sepa los de izquierdas, por regla general, no somos menos sensibles que los de derechas.
SupprimerAunque Picasso pintara mucho y bien, usted razona con inmensa lucidez y nada puedo replicar a sus argumentos apabullantes.
SupprimerEs posible que hoy ninguno de los dos tuviera demasiado predicamento literario. El esperpento de Valle no creo que actualmente provocara entusiasmo, y en cuanto a Galdós, sin llegar a llamarle "garbancero" como hizo Valle, su escritura era bastante desaliñada y carente de estilo. A decir verdad, eso mismo le pasaba a Baroja. Se me ocurre que, de esa generación (¿del 98?), el único que en verdad sería exitoso, si escribiera actualmente, es Unamuno.
RépondreSupprimerLea usted la prosa de escritores considerados estetas hoy día, compárela con la del "garbancero" Galdós y a ver si sigue pensando que es prosa desaliñada. Haga el favor de aplicarse el ejercicio, y seguro que rompemos etiquetas verdaderamente tristes. Galdós es comparable a los grandes autores del XIX europeo, no solo por la magnitud de su obra, por la profundidad de sus retratos, sino por la belleza de su prosa. Es injusto que alguien dijera que es desaliñado y ahora todos lo repitamos como papagayos. Compare. Solo abra un libro al azar y dígame de verdad si es desaliñada y carente de estilo. Por otra parte, disfruto de su refrescante blog. Criticón lector.
SupprimerAún en nuestros pies el frío de lo suyos. Medio cuerpo, medio sofá, media cama, media colcha… Medias suelas a esos zapatos.
RépondreSupprimerCojines bien enteros, cortina, estanterías… Curioso rincón. ¿Extraña hamaca-escritorio-mesita-de-noche? Ánimo, don Ramón.
Dice la coplilla:
RépondreSupprimerEN la calle de la Bomba
hay una zapatería,
donde van las chicas guapas
a tomarse las medidas.
Con el refajito corto,
se les ven las pantorrillas,
y el maestro, de vergüenza,
se ha caído de la silla.
Pues eso, don Ramón tiene todo el derecho a poder quedarse tranquilo en su rincón alternativo, y a pasar olímpicamente de zapateros remendones. ¿Que guarda unos zapatos impolutos, escondidos, detrás de la cortina? ¿Que se aprecian indicios de pose pobretona en su actitud? Puede ser; sin embargo, el particular encanto de la puesta en escena nos hace olvidar, por el momento, cualquier otra consideración.
Un hippie tumbado en una turca , seguro se había fumado su cachimba , recomendaba tenerla a punto . Me causa tristeza ver etiquetar a Valle como esperpento cuando tocó todos los palos , y lo del estilo de Galdós , y lo de garbancero . Sobre si triunfarían
RépondreSupprimerahora , ya lo hacen , siempre estarán ahí y los grandes de ahora no están hechos con la madera de campeones que caracterizaba a nuestros clásicos del 19-20
Los grandes como Mario o Michel H. no están a la altura de ellos y eso que tienen internet y publicidad ; recomiendo a los lectores " el clavo " de Pedro Antonio de Alarcón , breve y gratis .
magnificas fotos, lastima que no se pueda ver mejor la expresión de Galdos
RépondreSupprimerValle retrató a la bohemia madrileña de principios del pasado siglo en "Luces..." y a sí mismo hablando con Rubén en el entierro de Máximo Estrella. La foto es una constatación.
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