9 novembre 2013

A con hache y sombra con ele

SABIENDO cuánto le gusta a uno Català-Roca, nos envía el amigo Carlos Abella, director gerente de Asuntos Taurinos de la Comunidad de Madrid (en román paladino: la autoridad gubernativa en la Plaza de las Ventas), un pequeño catálogo con las fotos taurinas del fotógrafo, entre las que se cuentan algunas muy conocidas, y estas dos. El pozo artesiano de su taller, ese archivo con miles y miles de negativos que afortunadamente no parece agotarse nunca, dará unas veces ejemplos de su magisterio y cuando no, testimonio sociológico de la época, como ocurre aquí. Y en este caso algo que explicará la época, como suele decirse, mejor que cien tratados de historia, arrancándonos de paso una sonrisa, lo que raramente está al alcance de tratado ninguno.




8 commentaires:

  1. El letrero da a entender que el toro que abrió plaza corneó
    al primero y segundo de la terna , mucha tela . Solmbrios

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  2. No me gustan los toros pero a veces leo críticas taurinas sólo por el lenguaje que usan los cronistas, que en verdad me agrada (en general me gusta leer cosas escritas de forma "distinta"). También leo críticas de vinos (chorradas del tipo "postgusto floral, notas de mora, frambuesa y madera de cedro..."). Por supuesto todo lo que dicen es mentira (el vino sabe bien o mal y ya está, y de las flores... pues ni flores), pero las leo por gozar de su pirotecnia verbal.

    Pero en fin, volviendo a los toros recomiendo leer "Belmonte", de Manuel Chaves Nogales, crónica de esa España (de principios del XX, previa a la guerra civil) de "más cornás da el hambre".

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  3. Y “cogida” con j de (no solo) “los años ’ la jambre”.

    “Chiquilín”, “Sanluqueño” y un tercer matador sin nombre a la cárcel por cobarde.

    En otro cartel más reciente: “Si el matador fuera el toro, al Prado embalsamado, por favor.”

    MATADOR. Qué palabra nuestra tan exportable también.

    COSSÍO, Tomo III (Espasa, 1960). Erudición taurina. “Sanluqueños” y “Chiquilines” anteriores.

    « MORALES (Pedro) “Sanluqueño”. Matador de novillos. Se presenta en Madrid el 28 de agosto de 1927, lidiando novillos de Gabriel González. Esta temporada de 1927 torea cinco corridas. El 20 de mayo de 1928, y toreando en Baeza acompañado de Pérez Soto y “Finito de Valladolid”, un novillo de Palha le infiere una herida en la pierna izquierda, de resultas de la cual se hizo necesaria su amputación.

    GÓMEZ (Antonio) “Chiquilín”. Banderillero cuyo nombre veo en un cartel de Lima de 1891. Ignoro si era español o americano, ni si toreó alguna vez en España. »

    Cuatro antoniosgómez más con sus apodos correspondientes:

    « GÓMEZ (Antonio) “Boca-Amarga”. Picador de toros. Ignoro si era español o americano pero no que trabajó con alguna asiduidad en la plaza de Regla, de La Habana, en los años anteriores a 1884. En esto deja de oírse hablar de él.

    GÓMEZ (Antonio) “Morano”. Picador que comenzó a ejercer su profesión en novilladas hacia 1910. Ha trabajado bastante en plazas provincianas, y su labor no solía pasar de discreta.

    GÓMEZ (Antonio) “Recortao”. Banderillero que se dio a conocer en 1912 en cuadrillas de novilleros. El 29 de junio toreó en Ciudad Real a las órdenes de “Frutitos” y “Frascuelito”. Hacia el 1915 había hecho notables progresos, bregando con inteligencia y voluntad y pareando aceptablemente.

    GÓMEZ (Antonio) “Horchatero”. Puntillero que actuaba suelto hacia 1894. Ni en su modesto oficio logró sobresalir. »

    ―Bien sé yo de qué pecado a la sombra ella se confiesa ¡porque es mi madre!

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  4. No me imagino a la solitaria mujer gritar ele dentro de la plaza.

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  5. SILVIO SALVATICO9 novembre 2013 à 18:29

    Por algo se empieza , lees Belmonte aunque no seas aficionado y ves las cosas de otra manera , los aficionados taurinos somos muy aficionados a las letras y al humanismo en general , no puede ser de otra forma . Quien nos llama desalmados y fachas se equivocan aunque todo se puede mejorar , si no hay rentabilidad los toros bravos se extinguirán .
    Las tumbas están llenas de valientes ( a veces por cometer locuras ) y en aquel tiempo los toros se empleaban con inusual fiereza , iban al galope y embestían muy poco y al no poder humillarles como que no hacían caso ; de ahí que las ganaderías hayan desarrollado un toro con una genética que haga un toro mas sumiso y previsible . De hecho los toros con una genética mas pura son rechazadas por las figuras o afrontadas como reto de confirmación personal o a veces por un " que no se diga " . El torero que se retiró no era un cobarde y se lo llevaba la policía para que no lo linchara una turba defraudada y no devolver el dinero de la taquilla , de hecho al día siguiente lo soltaban y supongo que la empresa taurina aprovechara la circunstancias para retenerle los emolumentos .
    Cuando se escribe de toros empleamos un lenguaje un tanto grandilocuente y creo puede decirse de forma mayestática , pero es lo que nos impone los canones taurinos .

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  6. En Aula taurina de Granada tienen la explicación a la pizarra

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  7. BELMONTE juanramoniano en Nueva York (1912) y senequista en su alternativa (Madrid, 16 de octubre de 1913).

    « Cuando entramos en el puerto de Nueva York, estuve presenciando desde la toldilla el desembarco de los centenares de emigrantes que habían hecho el viaje ocultos en la enorme panza del “Imperator”. Era un rebaño de gente miserable, judíos y polacos en su mayoría, que se apretujaban en las pasarelas guardadas por la policía como el ganado se apelotona en la mangada. Aquellos desdichados se abrían paso lentamente, cargados con sus míseros petates y arrastrando a sus mujeres y sus hijuelos hasta llegar al lugar donde los agentes de admisión los examinaban rápidamente, como los veterinarios examinan a las reses que van al matadero, y sin contemplaciones aceptaban a unos y rechazaban a otros. Los “policemen”, altos y fuertes, separaban violentamente a los padres de los hijos y a las mujeres de sus maridos, insensibles a los gritos y protestas de aquellos infelices, cuyas quejas eran en aquella batahola tan débiles como el balido de las ovejas azuzadas por los mastines.

    No sé por qué me desconcertó profundamente aquel espectáculo. Miré con rabia los gigantescos rascacielos que proyectaban sus sombras monstruosas sobre el puerto y entré en Nueva York con una extraña sensación de miedo. Yo no había visto nunca tratar así a la gente. Me horrorizaba pensar que pudiera verme humillado de aquel modo. Y desembarqué apretando en el bolsillo nerviosamente una pistola que me había comprado en París.

    Por Nueva York anduve con mi pistola en el bolsillo y un aparato fotográfico en bandolera. Yo había visto que todos los turistas llevaban una máquina de hacer fotografías y no quería ser menos. Me encontré con un sevillano pintoresco que andaba por allí viviendo a salto de mata; era un tipo audaz y gracioso que me sirvió de cicerone. Con él fui al barrio chino una noche y andamos olisqueando por los fumaderos de opio. Nunca me han mirado con tan malos ojos como los que nos echaban aquellos chinos tristes y sucios cuando mi paisano y yo nos parábamos bromeando a la puerta de sus inmundas viviendas. Ya de madrugada nos sacó de allí conmuchos aspavientos una ronda de Policía con la que topamos.

    Nueva York no me gustó. Demasiado grande y demasiado distinto. Ni aquellas simas profundas eran calles, ni aquellas hormiguitas apresuradas eran hombres, ni aquel hacinamiento de hierros y cemento, puentes y rascacielos era una ciudad. Va un hombre por una calle de Sevilla pisando fuerte para que llegue hasta el fondo de los patios el eco de sus pasos sonoros, mirando sin tener que levantar la cabeza a los balcones, desde donde sabe que le miran a él llenando la calle toda con su voz grave y bien entonada cuando saluda a un amigo con quien se cruza: “¡Adiós, Rafaé…!”, y da gloria verlo y es un orgullo ser hombre y pasar por una calle como aquella y vivir en una ciudad así.

    Pero aquí en Nueva York, donde un hombre no es nadie y una calle es un número, ¿cómo se puede vivir? »

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  8. « El 16 de octubre volví a Madrid a tomar la alternativa de matador de toros. Alterné con “Machaquito” y el “Gallo”. Fue aquella una corrida accidentadísima, en la que salieron del chiquero hasta once toros. El público había ido a la plaza con la ilusión de verme hacer algo nunca visto, y ninguno de los toros que me tocaban le parecía bastante a propósito. Echaron al corral uno porque era manso; a otro, porque era chico, y a otro, porque era grande. No he visto nunca a una muchedumbre vociferar durante tanto tiempo. Aquella tarde, en medio de las tempestades que se levantaban a cada momento, hice una reflexión simplicísima, pero que por su misma simplicidad tenía un extraordinario valor. Parecía que se iba a a hundir el mundo, que iban a quemar la plaza, que íbamos a ser arrastrados y despedazados, no sé. Yo veía encresparse a la multitud y me acongojaba imaginando cómo terminaría aquello. En lo más impresionante del tumulto se me ocurrió: “Dentro de dos horas será de noche, y esto tiene que haber cesado. Se habrán muerto, nos habrán matado, lo que sea. Pero es indudable que dentro de dos horas todo estará tranquilo y silencioso. Es cuestión de esperar. Dos horas pasan pronto.” Desde aquel día, esta es la reflexión que íntimamente hago cuando veo que en torno mío quince o veinte mil personas que aúllan como las fieras. “Dentro de dos horas ―pienso― estarán en sus casas cenando bajo la lámpara familiar con sus hijuelos y sus mujercitas.” »

    MANUEL CHAVES NOGALES, “Juan Belmonte, matador de toros”.

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