SE retrató y se hizo retratar este Angus MacBean cientos de veces. La fotografía anónima de la Biblioteca de la Universidad de Oviedo que se publicó ayer le apareció a uno el mismo día que esta otra de McBean, aunque no en el mismo sitio, cierto. Y aunque esta segunda llevara en el dorso el sello del fotógrafo surrealista festivo, para mí, no sabiendo entonces de quién se trataba, era tan anónima como la otra. Y no sabía uno quién era el fotógrafo, pero tampoco la retratada. Fiado de la anotación manuscrita que figura junto al sello del fotógrafo, nada hacía pensar otra cosa: "Emperatriz".
¿Y cómo no rescatar de los baños del Rastro a una dama tan principal, cómo no levantarla de ese infortunio? Porque su sola imagen, verdaderamente regia, venía a recordarnos a todos, como en El gran teatro del mundo de Calderón, lo pasajero de la vida y cómo las galas, cualesquiera que hayan sido, hemos de dejarlas en un cesto al acabar la función.
Así que se vino uno a casa con esa fotografía como quien ha encontrado una pequeña vanitas para poner encima de su mesa, en su retiro, al lado de una calavera y una rosa.
Pero la curiosidad humana no tiene límites, y quiso uno saber de quién se podría tratar, y para ello nadie mejor que nuestro admirado amigo Ricardo Martí-Fluxá, ojo de halcón de los linajes. Lleva él el Gotha en su cabeza como Balzac La comedia humana, pero también es diplomático de carrera, y su sms no pudo decir más en menos, quiero decir con sesgo, tal como hizo siempre aquel balzacquiano que fue Proust: "¿Emperatriz de Ruritania? No conozco a la señora. En todo caso tiene una gran pinta". Minutos después Google nos aclararía algo quién había sido este McBean, fotógrafo eminente de teatro, con su pequeña moraleja de almanaque: emperatriz, actriz ("emperactriz",dijo Gabriel García Santos) pasados cien años, ¿dónde está la diferencia?
Excelente , fotos de S. Montiel , V. De los Angeles , Liz T, Vivían Leigh...., un viaje al pasado a través de estrellas deslumbrantes . Por ahí circula una serie de fotos de astros de Hollywood del gran Dennis Hopper de similar factura.
RépondreSupprimerGracias al oficio, si uno, como usted repite tanto (hoy, cuatro veces), si uno, decía, es buen actor, deja de ser uno para poder ser cualquiera: en teoría todos menos precisamente uno mismo. Lo cual debe descansar bastante de la puñetera identidad, por otro nombre mortalidad. Tras hacer de emperatriz de Ruritania, París o Lavapiés, la actriz, si es buena, no necesita llevarse al hotel o a su casa la rica corona y encasquetársela a una calavera. La función ha sido su medicina. En cambio, los que no son actores (o lo somos pero malos), sí que a veces necesitamos de un amigo, no forzosamente psiquiatra ni cura, que nos ayude a colocar debidamente en nuestro cuarto la cuna, el sepulcro, el botón, la foto, la calavera y las rosas. “Y para que tarden en amustiarse, no te olvides de la media aspirina en el agua del vaso”.
RépondreSupprimerA la dama la veo distinguida y grave, como corresponderá tal vez a su noble condición. Sin embargo nunca la asociaría a la categoría de emperatriz de una Ruritania de estos pagos que imagino como una decimoctava taifa entre los Países Vascos y los Países Catalanes, ocupando una estrecha franja paralela a los Pirineos, donde empieza la primera parte de África.
RépondreSupprimer