El de Santander esta anclado y amarrado a puerto por lo que no sabes si va a zarpar o acaba de llegar . Creo que son todos similares porqué se hicieron al gusto de Alfonso XIII , por eso se llaman Real Club Marítimo a los antiguos clubs y a los modernos "Club Náutico "
Una cuarta, y más desnuda, versión: "Yo soy el único y exclusivo tema de mi libro". Si es para gracia o desgracia no es cuestión que venga al caso, porque de abandonarse a la vida se trata; dejarse vivir, sin más. El Señor de la Montaña prepara su luminoso diván para analizarse sin complejos, y con la mayor condescendencia:
« (…) Mi oficio y mi arte es vivir. Quién me prohíba hablar de ello según mi entender, experiencia y costumbre, que ordene a la arquitectura hablar de los edificios no según ella, sino según el vecino; según la ciencia de otro, no según la suya. Si es vanagloriarse publicar los propios valores, ¿cómo no antepone Cicerón la elocuencia de Hortensio y Hortensio la de Cicerón?
Quizás quieren que dé testimonio de mí, con obras y hechos, y no sólo con desnudas palabras. Pinto principalmente mis pensamientos, objeto informe, que no puedo reducir a producto artesanal. A duras penas puedo meterlo en ese cuerpo etéreo de la palabra. Alguno de los hombres más sabios y más devotos vivieron huyendo de cualquier hecho evidente. Los hechos hablarían más acerca del destino que acerca de mí. Dan testimonio de su papel, no del mío, a no ser por conjeturas y de forma incierta: retazos de una exhibición particular. Me expongo por entero: como una anatomía en la que a primera vista aparezcan las venas, los músculos, los tendones, cada pieza en su lugar.
(...) Porque sólo Sócrates había obedecido ciertamente el precepto de su Dios de conocerse a sí mismo, y mediante ese estudio había llegado a despreciarse, sólo él fue considerado digno del apodo de Sabio. Quien así se conozca, tenga la osadía de darse a conocer por propios labios.»
Pues que zarpen, que zarpen. Todavía Real Club Náutico, Real Aéreo Club, Real Club de Fútbol, Reales Cofradías de Todo lo Humano y lo Divino. Escopeteados siempre tras las regalías de cualquier Corona cuando la estricta realidad misteriosa de las cosas tanto podría ayudarnos a ser menos falsos, más justos. Dándole por turnos a la realeza, ni corona de flores necesitaría nadie al final.
Que zarpen, sí, pero no zarpan; en el fondo no se mueven ni un ápice desde tiempo inmemorial... Y el movimiento forzado al que otros se ven abocados en una desenfrenada carrera hacia la nada.
No soy tan protagonista de mi vida como yo quisiera. ¿Para mi suerte o para mi desgracia?
RépondreSupprimer“Desgraciadamente el libro soy yo. Pero afortunadamente sin temas, no teman”. (Versión tercera: aglutinante pero autodisolvente).
RépondreSupprimerEl de Santander esta anclado y amarrado a puerto por lo que no sabes si va a zarpar o acaba de llegar . Creo que son todos similares porqué se hicieron al gusto de Alfonso XIII , por eso se llaman Real Club Marítimo a los antiguos clubs y a los modernos "Club Náutico "
RépondreSupprimerSaludos
En muchos era el pase previo al embarque. Su estilo de cuasi-barco está justificado.
RépondreSupprimerUna cuarta, y más desnuda, versión: "Yo soy el único y exclusivo tema de mi libro". Si es para gracia o desgracia no es cuestión que venga al caso, porque de abandonarse a la vida se trata; dejarse vivir, sin más. El Señor de la Montaña prepara su luminoso diván para analizarse sin complejos, y con la mayor condescendencia:
RépondreSupprimer« (…) Mi oficio y mi arte es vivir. Quién me prohíba hablar de ello según mi entender, experiencia y costumbre, que ordene a la arquitectura hablar de los edificios no según ella, sino según el vecino; según la ciencia de otro, no según la suya. Si es vanagloriarse publicar los propios valores, ¿cómo no antepone Cicerón la elocuencia de Hortensio y Hortensio la de Cicerón?
Quizás quieren que dé testimonio de mí, con obras y hechos, y no sólo con desnudas palabras. Pinto principalmente mis pensamientos, objeto informe, que no puedo reducir a producto artesanal. A duras penas puedo meterlo en ese cuerpo etéreo de la palabra. Alguno de los hombres más sabios y más devotos vivieron huyendo de cualquier hecho evidente. Los hechos hablarían más acerca del destino que acerca de mí. Dan testimonio de su papel, no del mío, a no ser por conjeturas y de forma incierta: retazos de una exhibición particular. Me expongo por entero: como una anatomía en la que a primera vista aparezcan las venas, los músculos, los tendones, cada pieza en su lugar.
(...) Porque sólo Sócrates había obedecido ciertamente el precepto de su Dios de conocerse a sí mismo, y mediante ese estudio había llegado a despreciarse, sólo él fue considerado digno del apodo de Sabio. Quien así se conozca, tenga la osadía de darse a conocer por propios labios.»
ENSAYOS II, Capítulo VI, “Del ejercicio”
Pues que zarpen, que zarpen. Todavía Real Club Náutico, Real Aéreo Club, Real Club de Fútbol, Reales Cofradías de Todo lo Humano y lo Divino. Escopeteados siempre tras las regalías de cualquier Corona cuando la estricta realidad misteriosa de las cosas tanto podría ayudarnos a ser menos falsos, más justos. Dándole por turnos a la realeza, ni corona de flores necesitaría nadie al final.
RépondreSupprimerQue zarpen, sí, pero no zarpan; en el fondo no se mueven ni un ápice desde tiempo inmemorial... Y el movimiento forzado al que otros se ven abocados en una desenfrenada carrera hacia la nada.
Supprimer